Ciclismo

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Plateau de Beille la cima que marcó el principio del reinado

Un escenario al que subió queriendo, deseo profundo, pero que nunca supo entonces hasta dónde iba a catapultarlo. Tampoco ahora. Plateau de Beille fue para Alberto Contador la primera llama, la primera gran chispa que le lanzó al verdadero estrellato.

Alberto Contador se ajusta el «pinganillo» antes del comienzo de la etapa de ayer
Alberto Contador se ajusta el «pinganillo» antes del comienzo de la etapa de ayerlarazon

La cima que hoy constituye el segundo final en alto y la etapa reina de los débiles Pirineos ya lo fue también en 2007, cuando un emergente Alberto Contador se llevaba por primera vez un triunfo de etapa. Su aguante frente al espigado Michael Rasmussen disparó al cielo la primera bala y destapó al pistolero, el mismo que días después y de rebote por la descalificación de Rasmussen le vestiría de amarillo y cimentaría las bases del primero de sus tres triunfos en los Campos Elíseos.
En ese mismo camino, azaroso esta vez, duro como mazazo los dos minutos y once segundos que le mete Frank Schleck, el minuto y 54 de diferencia con Cadel Evans, los 1'47'' de retraso con Andy Schleck y los 44 segundos con Basso. Doloroso, porque el tintineo interior de la rodilla derecha no se va y con todo tiene que convivir Contador para ganar. Un camino, el de la reconquista que no debe ni puede dejar pasar más tiempo.
«Se puede remontar, sin duda. Las cosas están igual que el jueves. El máximo favorito es Cadel Evans, por encima de los hermanos Schleck, que se tienen que decantar por una baza, porque si se juegan las dos, igual no les sale ninguna, y ésa es centrarse en Evans», piensa en alto el de Pinto.
Plateau de Beille es una etapa «perfecta para recuperar tiempo, pero si te encuentras bien», ríe, lacónico y socarrón el madrileño. La rodilla chirría y a ella le debe respeto. «Hasta que busco la posición encima de la bici voy con molestias, pero luego, sin problemas».
La de hoy, se prevé, será una guerra sin tregua. De principio a fin, pues de salida, los 168 kilómetros y medio ascienden al Portet d'Aspet, de segunda categoría. Un balcón antes del Col de la Core, 14 kilómetros al 5.7%. Después, casi encadenados, el Col de Latrape, de segunda, el Col d'Agnes, de primera, y el Port de Lers, de tercera categoría. Un rápido descenso hasta les Cabannes y el pelotón se plantará ya a los pies de Plateau de Beille, una subida de casi 16 kilómetros y rozando el 8% de desnivel medio.
«Los Schleck tendrán que atacar», zanja Contador. «En Luz Ardiden es como si hubieran desperdiciado el día para meter tiempo a Evans, que en montaña es sólido y fortísimo en contrarreloj». Balones fuera lanza Contador. «Tienen una situación complicada». Y él, en la encrucijada del «a ver cómo nos encontramos, en función de cómo vayan las piernas». Cuestión de rodillas.