Sin rastro de Rafita ni su sofá

Fue hace unos meses. Rafita posaba en su sofá azul en el interior de su piso de Alcorcón. Había roto su silencio en torno al crimen de Sandra Palo y la Prensa le pisaba los talones. Ayer, los flashes volvieron a la Avenida de Villaviciosa de Odón, 21 de Alcorcón y esta vez, el sofá salía con la ayuda de dos operarios.

La familia de Rafael García no quiso tener que pasar por el trago de hacer frente a la comisión judicial que ayer acudió al domicilio para invitarles a abandonarlo. Lo hicieron el pasado martes y todo indica que han regresado a la Cañada Real donde siempre han tenido su «cuartel general».

Sin embargo, la decisión de desahuciar a la familia García no ha sido fruto de la presión vecinal o mediática. La madre del joven, que es la adjudicataria de la vivienda de Alcorcón, adeuda 1.700 euros. De hecho, los impagos se remontan a 2003. Seis años después, en diciembre de 2009, se inician los trámites para llevar a cabo el desahucio.

Además, a la familia se le han dado varias oportunidades. De hecho, a la madre se le paga una ayuda de 532 euros mensuales y no ha utilizado ese montante para pagar los recibos correspondientes. Es por eso, que no hay opción al realojo. La «espantá» de Rafita y su familia ha tranquilizado al barrio y a Alcorcón. Aunque se baraja que la familia esté en la Cañada, no se descarta tampoco que estén pensando en «okupar» una nueva vivienda. No sería la primera vez, puesto que la Policía Local de Alcorcón abrió en febrero de 2009 a Rafita un expediente por usurpación de una vivienda en un edificio de la localidad. Uno de los asesinos de Sandra Palo derribó la puerta y pretendía quedarse allí a vivir.

A pesar del desahucio, Rafael García Fernández deberá acudir a Alcorcón, concretamente a sus Juzgados, todos los días 1 y 15 de cada mes, una de las condiciones que le impuso la juez que le dejó en libertad provisional tras tomarle declaración por el intento de robo de una furgoneta.