Qué desmemoria la mía

Pienso que, hoy, casi nadie habría tenido el valor de dirigir una comedia tan romántica como «Love story». De acuerdo: el listo de Hiller tensó hasta el límite la cuerda, pero, ¿saben?, nunca habrá en el cine una historia de amor tan aplastante (y un poco cursi, admitamos) como ésta. A los directores actuale s les faltan narices para llegar a tales extremos; y, sí, también al de esta cinta, quien engaña con el arranque porque promete lo que no será: tras un accidente, Paige sufre una lesión cerebral de la que sana en dos días y medio aunque en el camino pierda la memoria. Entonces, el marido descubre que ni lo recuerda y que antes de convertirse en escultora vegetariana era una pija de tomo y lomo. O chuletón, que sentía pasión por la carne en el pasado. No alcanza los extremos de simpleza de otras cintas análogas y se deja ver sin lastimar hasta que descubrimos el letrerito: «Basada en personajes reales». Seguro, aunque Hollywood sigue teniendo ese extraño poder de convertir hasta la verdad más absoluta en una completa pero engalanada falsedad.