Feria de San Fermín

Querer y no poder

Algemesí (Valencia), sexta de feria, novillos de Lagunajanda, muy bien presentados, hermosos y con cuajo. De buen juego en general, destacó el 2º, que fue premiado con la vuelta al ruedo.Álvaro Sanlúcar, de rosa y oro, pinchazo, entera caída, cuatro descabellos, aviso (vuelta al ruedo); entera (ovación).Gonzalo Caballero, de burdeos y oro, pinchazo, entera (oreja); entera contraria (oreja).

La Razón
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Hablar de la Feria de las Novilladas y no hacerlo de las inclemencias del tiempo es imposible. A finales de septiembre, con el otoño ya imperando, hay que ser conscientes de que, un día u otro, habrá agua. Y en la sexta función del serial apareció la lluvia. Lo que obligó a que el festejo comenzase casi con una hora de retraso. Pero valió la pena la espera. El ruedo, muy bien resguardado por lonas, apenas se estropeó y la novillada se celebró sin más contratiempos que la humedad en las posaderas de los espectadores poco avisados y que no fueron pertrechados de impermeables, almohadillas o cartones para sentar sus reales. Y, además, Lagunajanda lidió un encierro notable. Primero por presencia, con ejemplares muy bien criados, lustroso, hermosos, con cuajo y volumen, y, segundo, por su juego. pelearon con ganas en el caballo y en la muleta fueron nobles, repetidores y codiciosos en mayor o menor medida pero todos muy aptos para el lucimiento de sus matadores.

De todo el conjunto destacó el segundo, un astado que tras emplearse en varas llegó al último tercio con movilidad e ímpetu. Repetidor y con fijeza, embistiendo queriendo comerse la tela, con un ansia y una velocidad que Gonzalo Caballero no acertó a controlar. No acabó de dominar la situación, pese a sus ganas. Intentó someterle pero fue el novillo quien llevó siempre la iniciativa, aunque luego fuese el novillero quien pidió el indulto para este notable animal.

Tampoco se rompió con el más aplomado cuarto, sin cruzarse en ningún momento y dejando que su oponente le viese siempre, llevándose algún que otro achuchón en una faena más voluntariosa que otra cosa que remató, eso sí, con una estocada fulminante.

Álvaro Sanlúcar, que se lució al torear de capa, tuvo enfrente un primer novillo que se dejó pegar mucho en varas y que terminó acusando el castigo. Quiso embestir pero le costó muchísimo, apagándose pronto, permitiendo que el gaditano sacase algunos muletazos rematados y limpios pero sin que su trasteo tuviese trascendencia. Algo parecido a lo que le sucedió al tercero, al que el picador de turno dejó medio inválido, siendo muy complicado mantenerle en pie, pasando su quehacer en un quiero y no puedo estéril.