Renovarse o morir por Andrés Sánchez Magro

No sólo de vinos de 100 euros vive el gourmet. Cuando uno se ha dado la vuelta a la España del vino, suele quedarse en su querencia. La mía es Rioja Alavesa, entorno especial para la crianza de tempranillo y para la elegancia y equilibrio del vino tranquilo. Como pujancista de estricta obediencia que soy, he indagado en las últimas elaboraciones de ese joven maestro llamado Carlos San Pedro. El ideólogo del norte ha encontrado un hueco para un vino de precio razonable, pero con el DNI de la casa. Mucha amabilidad en boca, expresión rotunda en la copa, con el fondo y la identidad del tempranillo que cultiva San Pedro. Podemos reconocer la fruta, un fondo mineral y un seductor sotobosque no transporta a la amplitud y sedosidad de un trago inconfundible. Cuando uno valora los 6 euros del precio de la botella, decidimos abrir una nueva, liturgia obligada de la buena vida que hoy pocos siguen.