España

Dos mujeres y un destino, por Ángel del Río

La Razón
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Esperanza Aguirre y Ana Botella. Dos mujeres que tienen todo el poder en Madrid. Aguirre, presidenta de la Comunidad, y Botella, alcaldesa del Ayuntamiento de la capital de España, se van a ver las caras mañana en el primer encuentro oficial entre ambas, después de que la segunda accediera al sillón municipal. Puede ser el principio de una larga amistad institucional, la puesta en marcha de unas relaciones más fluidas entre ambas instituciones, pues a nadie se le oculta que las relaciones personales entre Aguirre y Gallardón nunca fueron las más adecuadas desde el punto de vista personal e institucional, y esa circunstancia ha hecho que en algunas ocasiones los madrileños hayan sufrido las consecuencias de sus desencuentros. Aguirre y Botella se llevan bien en lo personal y esto debe ser una buena plataforma de partida para afrontar cuestiones de gran importancia que afectan a la Comunidad y al Ayuntamiento, con lealtad en la discrepancia y en beneficio de los madrileños. Mañana, presidenta y alcaldesa pondrán sobre la mesa varios temas comunes, pero sobre todo, tres que han de sacar adelante. Primero, la eliminación de duplicidades, por necesidad burocrática y por economía. Segundo, establecer criterios conjuntos sobre la ley de la Comunidad en torno a la liberalización de horarios comerciales, una ley apropiada a la situación de crisis, pero que debe tener en cuenta las peculiaridades del comercio de la capital. Tercero, la idea lanzada por la alcaldesa en su discurso de toma de posesión de eliminar la licencia previa para la apertura de pequeños comercios con el ánimo de eliminar barreras burocráticas y facilitar el camino a los emprendedores, cuestión sobre la que la Comunidad tiene mucho que decir. Entramos en un tiempo nuevo en las relaciones entre el Gobierno regional y el Ayuntamiento. Ya no valen las apariencias de cara a la galería, que luego, en la práctica, se convertían en desencuentros personales que en nada beneficiaban a los ciudadanos. Las diferencias políticas entre Aguirre y Gallardón producían en ocasiones efectos colaterales negativos para ambas instituciones. Ahora las cosas deben cambiar y la apariencia debe corresponder con la situación real de las cosas. Dos mujeres y un destino: colaboración franca para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.