Bilbao
Benicàssim ruge la marabunta
El festival arrancó ayer con una asistencia de 40.000 personas, sobre todo un público foráneo, lo que demuestra que la música en directo es un motor económico
Podrían estar castigando su piel roja en otra parte del Mediterráneo, pero están en Castellón para asistir a su liturgia preferida: la del sol y el Festival de Benicàssim. La presencia foránea este año en el certamen se hace notar, claro, sufren menos la crisis que la afición local, y además la previsión de asistencia se ha moderado este año. 40.000 personas por jornada, casi una cuarta parte menos que el año pasado, pero la música debe continuar. Hay mucha gente que come de esto. El FIB compite este año con la fortaleza del cartel del BBK, que se celebra en estas mismas fechas en Bilbao y que podría concitar a casi tanta gente por jornada como su veterano rival. La fórmula funciona. Ante los problemas de dentro, el público extranjero en ambos certámenes es un impulso económico con el que no se contaba.
Los «fibers» anglosajones, a falta de datos oficiales, llenan las terrazas y las playas. Han cambiado las libras en casa y no piensan volver con euros en los bolsillos. No en vano, el cartel está hecho a su medida, y por eso duele la cancelación del miércoles, a última hora, de una de las bazas de este año: Florence & The Machine. Muchos lamentaban su ausencia, pero ya era tarde para reclamar, la consigna es aprovechar el tiempo.
Vacaciones sin familia
Mary Simpson se estrena este año y está visiblemente molesta. Con gafas de sol y sombrero de paja, lamenta la incidencia en las cuerdas vocales de su ídolo: «Era la razón por la que quería venir este año. Es un fastidio, pero mis amigos me han dicho que el ambiente está por encima de un concierto, así que intentaremos pasarlo bien». Tiene 26 años y éstas son «sus vacaciones sin familia». Lleva desde el lunes en un camping habilitado por la organización y ha traído para gastar 750 euros. Más otros 300 que se ha gastado en el vuelo, aproximadamente.
Los hoteles de Benicàssim están al cien por cien de capacidad, aunque el impacto económico se hace notar más lejos: la ocupación hotelera de la vecina Oropesa del Mar supera el 91 por ciento, y en la capital de la provincia, la más alejada de Castellón de la Plana, ronda el 68%. No sólo ocurre aquí: según un estudio del portal web TriVago, especializado en viajes, los alojamientos hoteleros en Bilbao están al 91 por ciento. Esta misma semana, en la noche del miércoles, Bob Dylan dio un concierto en la explanada del Guggenheim ante más 7.000 personas.
Dylan, el gran reclamo
Hubo que ampliar el horario casi un 50 por ciento más. El propio Dylan es el reclamo del FIB hoy. Y también la razón para que haya llegado hasta aquí Manolo Mateos desde Talavera de la Reina (Toledo) porque «ya le ví una vez y creo que puede ser una de las últimas posibilidades de ver a este dios en España, aunque no sepa muy bien qué canción está tocando cada vez…», dice entre risas, y añade: «Le vi en Alcalá de Henares y aluciné, es uno de esos tipos que hay que ver una vez en la vida».
Esta es la fórmula: artistas que atraigan a gran cantidad de público, aunque la coherencia estilística sea discutible. Y es curioso, porque en Benicàssim hay bandas veteranas en lo más alto del cartel, como The Stone Roses, New Order o At The Drive-In, además del citado Dylan, pero entre el público la media de edad no pasa de los 30 años. Esta es una de las diferencias con respecto a los otros grandes festivales de España, el BBK y el Primavera Sound de Barcelona, en el que encaja el público adulto, de hotel, con unas cuantas estrellas si llega el caso y mantel en buenos restaurantes. El BBK dejó en Bilbao unos 16 millones de euros en beneficio para la ciudad, y el Primavera Sound unos 65, según sus organizadores. El FIB aportará a la región unos 21 millones.
José Carlos Martínez tiene un pequeño bar a un par de calles de la playa. Está acostumbrado a servir comidas a cualquier hora, «los espaguetis y la paella aguantan lo que les eches». Asegura que, gracias a la comida de batalla y cualquier cosa con ketchup, durante los días del festival factura «más del doble» que en un fin de semana cualquiera, aunque este año está notando que el gasto de la gente ha bajado un poco.
La jornada de ayer tardó en calentar. La cancelación de Florence & The Machine provocó cierta pereza entre los «fibers», que apuraban las horas de sol. Pero los ánimos estaban intactos. Cargando con sombrillas abiertas y botellas de cerveza peregrinaban a última hora de la tarde de espaldas a la playa. Algunos, dicen, han venido por la playa más que por los concierto, como Sarah Johnson, que confiesa que está en Benicàssim arrastrada por su grupo de amigos. «La verdad es que conozco un 5 por ciento del cartel», reconocía.
Sin público extranjero
Muy pocos asistentes internacionales estaban presentes cuando abrió la jornada el surf rock hispánico de los muy divertidos Tiki Phantoms, y después llegaron las descargas de Pony Bravo y el escenario central se empezaba a caldear. Los sevillanos desgranaron su repertorio sin complejos, poniendo toda la carne en el asador. Pero esto es sólo el comienzo, por delante quedan cuatro jornadas de olvidarse de titulares amargos, de romería pagana. Que suene la música.
El detalle
PONY BRAVO, ROCK CON ACENTO
Rock de raíz es una expresión que va ligada al estilo americano, pero en España podríamos hablar de otras fuentes de la canción popular, como los reivindicados por Pony Bravo, que no son los primeros, pero sí el guiño de calidad que aporta el producto nacional al FIB de este año. Un guiño, porque la ausencia de bandas españolas programadas en horario de calidad vuelven a ser una realidad. Ayer, los sevillanos llevaron su rock orgullosamente andaluz al escenario principal. «Creemos que el estilo del grupo se va manteniendo en lo esencial, aunque intentamos no repetir fórmulas. Con internet hay acceso a infinidad de música y hacemos lo normal, evolucionar y probar con muchos estilos, lo raro, en realidad, es no hacerlo y huir», cuentan.
«FLORENCE, QUIERO MI DINERO»
No es la primera cancelación de relumbrón este año por los mismos motivos. Otra ilustre del pop un tanto épico, un tanto lunático, Björk, ya canceló en el Primavera Sound precipitadamente y la organización pudo hacer poco. Menos se podía hacer con 24 horas por delante tras el anuncio de Florence Welsh. Una afección en sus cuerdas vocales le obligaba a cancelar su actuación en el FIB. La noticia había corrido como un rumor sin perfiles, de iPhone en iPhone, entre rostros de incredulidad. «No tengo cobertura de internet, me lo ha dicho un chico antes y me ha enseñado la noticia», decía Patricia Hicks muy molesta. «Es una decepción. No es justo, con el dinero que he gastado en venir. Si hubiera sabido que no iba a actuar, habría buscado otro festival. Que me devuelvan mi dinero», aseguraba la de Sheffield.
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