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Menos subvenciones

La Razón
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El principal problema que plantea el sistema de subvenciones en el que se ha apoyado el sector cultural no es que, en la actualidad, resulte presupuestariamente insostenible. De hecho, si se volviera a dar una coyuntura de bonanza económica, habría que huir de este paradigma de financiación cortoplacista y destructivo. Y es que si existe un argumento incontestable en contra del modelo de subvenciones es su incapacidad para elevar la competitividad económica de la cultura española. Por regla general, la subvención se ha revelado como una «inversión muerta» –esto es: en el marco del proyecto económico en el que se incorporaba, se ha comportado más como una «suma final» que como una «suma potencial»–. Si la partida de la subvención era de 10, los rendimientos raras veces han superado esa cantidad.

Soluciones de futuro
Hay que cambiar la mentalidad y aprender de fórmulas que procuran la diversificación de la financiación. Por ejemplo, la de «crowdfounding», consistente en la captación de capital mediante microaportaciones colectivas, en un proceso de diseminación del esfuerzo inversor que suele utilizar internet como medio de sensibilización. En rigor, supone una alternativa a las fórmulas tradicionales, en la medida en que distribuye la carga inversora entre una «comunidad de cooperación», por la cual la sociedad adquiere el papel de «mecenas colectivo». Las posibilidades que surgen son prometedoras, ya que las administraciones pueden actuar de intermediarias a la hora de generar bolsas de ayuda de capital semilla, que se nutran de las aportaciones de personas físicas y de empresas. La disminución de la suma de capital a incorporar conlleva que el número de posibles «micromecenas» se eleve para dar entrada en la financiación a agentes que jamás hubieran apostado por la cultura. Dejemos de lamentarnos por el pasado perdido y busquemos soluciones de futuro. Porque las hay.