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A ver quién lo entiende
Es para volvernos locos. Después del jaleo que se montó durante meses para instalar, mejor dicho para rechazar, el almacén de residuos radiactivos, ahora resulta que la protesta se produce porque el Gobierno ha decidido ubicarlo en la provincia de Cuenca, exactamente en Villar de Cañas.
Hasta existe una Asociación que agrupa a los municipios con centrales nucleares cercanas, cuyos representantes anunciaron que impugnarán la decisión del Gobierno. Acusan de que no se ha tenido en cuenta el consenso social ni la idoneidad técnica de los emplazamientos.
Los que quieren, no las tienen; los que no las querían, podían haberlas tenido; y los que las querían y no las tienen, no se conforman. Más aún, el alcalde Yebra (Guadalajara), de la misma Comunidad que Villar de Cañas, la de Castilla-La Mancha, no descarta tomar medidas para intentar revertir la decisión del Gobierno. ¡Vaya lío!.
La situación requería esta determinación, a la que no se atrevió el Ejecutivo de Zapatero, un desacierto más, porque la negativa nos está saliendo muy cara. Dicen que 80.000 euros diarios le pagamos a Francia por el almacenaje. Casi 30 millones de euros al año. Una pasta para los tiempos que corren.
Pero es que, además, queramos o no, la energía nuclear terminará imponiéndose por razones poderosas como la dependencia de terceros, el precio del petróleo, la contaminación ... Falta perderle el miedo. Lo de Japón no fue fallo de la central. Peor fue lo de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. Así es la vida.
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