Sevilla
OPINIÓN: Gasto electoral
Hay cofrades sevillanos que, con un loable sentido del humor, simulan ostentosamente el apuñalamiento por la espalda del «hermano en Cristo» mientras lo abrazan. Aunque (un poquito) caricaturesco, es el mejor retrato posible de las relaciones humanas de nuestra Semana Santa. Anoche, tres candidatos se disputaban con fiereza la vara dorada de la Esperanza de Triana. Por el tamaño y el impacto social de esta congregación, su principal cargo adquiere una importante dimensión en la ciudad. Si Ramón Mendoza dijo que ser presidente del Real Madrid era más importante que ser ministro, también pesa más el hermano mayor de la Trianera que un delegado de distrito. Eso lo saben los aspirantes, cuyo despliegue de medios para allegar votos (sms a todo el censo, folletos impresos en papel de alto gramaje y hasta vídeos promocionales…) supera los límites de la decencia e incluso se adentra en el territorio de lo obsceno. Si el dinero gastado en propaganda engrosase la bolsa de caridad de la hermandad, muchos menesterosos verían aliviado su verano. Pero, ay, el espíritu cristiano se agota justo donde nace la vanidad. Que en muchos casos es en el mismo momento de salir de la cama cada mañana. Sobra el deseo de que gane el mejor por carencia total de mejores.
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