Actores

Juguete destrozado

La Razón
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Ángel Cristo, desde hace unas décadas, inició un descenso a los infiernos que lo convirtió no sólo en un juguete roto, más bien en uno totalmente destrozado. Existe la tentación razonable de, a la hora del fallecimiento de un personaje mediático, buscar el lado bueno y que sobre ese prisma gire toda la información. Pero hay casos como el presente que lo hacen muy difícil. Por supuesto que hasta Ángel tiene una cara pública positiva, fue un domador de reconocido mérito, además de empresario valiente que llevó durante muchos años uno de los mejores circos y «gerenció» teatros ambulantes. Fue figura dentro de su profesión, pero se convirtió en «personaje» por su boda con Bárbara Rey, en ese momento estrella de la revista, la televisión, incluso del cine, donde había protagonizado una de las películas más exitosas de Berlanga, «La escopeta nacional». La mente humana, los genes, o lo que sea, pueden llevar en situaciones positivas a sacar lo peor que llevamos dentro. A partir de ese momento, en el que aparentemente están en lo mejor de su vida, empieza una caída fulminante al infierno. Ángel terminó con su matrimonio, con malos tratos incluidos. Escándalos y peleas lo van sumiendo, como él mismo reconoció, en una dependencia del alcohol y las drogas. Lo pierde todo y se convierte en un trágico muñeco, que pasea su degradación por los platós televisivos. Ni sus hijos pueden ayudarle. Ha terminado como se esperaba, solo en un hospital. Supo domar leones con el látigo, pero la vida hay que vivirla sin ese instrumento. Eso no lo aprendió.