Los Ángeles

De quién huye Matt Damon

Cuando el ambicioso político David Norris descubre el futuro que le espera tratará de cambiarlo. El actor protagoniza «Destino oculto», «thriller» futurista basado en un relato de Philip K. Dick.

A la carrera Matt Damon y Emily Blunt, durante una de sus múltiples galopadas en el filme
A la carrera Matt Damon y Emily Blunt, durante una de sus múltiples galopadas en el filmelarazon

Hay fuerzas que no vemos y que deciden nuestro destino. Ésta es la premisa de la que parte «Destino oculto», basada en un relato del maestro de ciencia-ficción Philip K. Dick, y que esconde una cinta romántica y actual en la que se constata la química que existe entre los protagonistas, Matt Damon y Emily Blunt. George Nolfi, guionista de «Ocean's Twelve» y de «El ultimátum de Bourne», ha dirigido y ha escrito el guión de este «thriller» que se inclina hacia el género fantástico y que presenta a un hombre que lucha contra lo que puede parecer una delirante paranoia. De nuevo, como cuando interpretaba a Bourne, Damon se pasa la mitad de la película a la carrera, salvando peligros y zafándose de una trama conspiratoria que le pisa los talones.

-¿Cree en el azar, en la posibilidad de poder marcar su vida?
-Claro que sí. Es una de las eternas preguntas que nos formulamos y que llevamos miles de años planteándonos. Con este filme tratamos de ofrecer una visión distinta, entretenida y divertida de esa cuestión. Tengo el control de todo lo que me sucede hasta que me doy la vuelta y descubro que la existencia es una pura sorpresa y en realidad estamos a merced de algo superior.

-¿En qué cree usted?
-He llegado a donde estoy porque tengo un pasado. Todos los trabajos que rechacé me han llevado hasta donde estoy hoy. Quizá estemos predestinados; sin embargo, también quiero pensar que tomamos decisiones que nos hacen ser quienes somos. Mi vida fue un mirar continuo hacia el futuro: saber qué rodajes tendré, cuál será mi agenda mañana, en qué películas voy a participar. El presente prácticamente era para mí inexistente y se trata del tiempo que quiero vivir ahora, sobre todo, por mi familia.

-Su amistad con Nolfi viene de lejos. Su nombre fue un reclamo para que aceptara protagonizar «Destino oculto»?
-Trabaje con él en «Ocean's Twelve» y volvimos a coincidir más tarde en la tercera entrega de Bourne. Mientras tanto, iba escribiendo diferentes versiones de esta producción y yo las iba leyendo. Estuve involucrado en el proyecto desde el principio, y la experiencia de pasar con él horas en habitaciones de hotel dando forma a la historia, tratando de entender que íbamos a rodar al día siguiente, resultó estupendo. Hemos hecho la película sin la presión que teníamos con las entregas de Bourne.

-Sorprende verle en una romántica.
-Cierto. Ésta es la primera cinta que ruedo de este género. Me interesó la idea de participar en un filme que fuese así y moderno. El tono de la historia me parece único, porque nada tiene que ver con los trabajos que hice antes y, además, posee un ritmo endiablado.

-Saltan chispas entre Emily y usted. ¿Es difícil encontrar una pareja de actores con tanto «feeling»?
-Ensayamos muchísimo, aunque también hubo un espacio para la improvisación. Nos llevamos muy bien, compartimos un sentido del humor similar y eso nos permitió crear complicidad entre ambos. Quizá resida ahí la química de la que hablas.

-Interpreta a un político. ¿Le interesa ese mundo?
-Para nada. Admiro a quienes participan en él, pero no es para mí. Me entrevisté con un consejero político para preparar el papel. Él trabaja para Clinton, es un estratega de enorme inteligencia, y me dijo que barajaba retirarse. Me dio su razón: lo único que vende hoy es contar barbaridades, sean verdad o no. La política se ha olvidado de los detalles, los discursos están vacíos de contenido, resultan extremadamente vulgares. Se recauda dinero para echar la mayor cantidad de basura sobre tu contricante.

-Los actores, como también le sucede a los políticos en bastantes ocasiones, se esconden detrás de una imagen. ¿Es su caso?
-Hasta cierto punto. Me pregunto muchas veces cuánto puedes manejar de tu imagen en un tiempo en el que internet es el gran dominador del mundo. Tal y como está hoy planteado el uso de la tecnología, hemos dejado un espacio reducido al misterio. Las celebridades son perseguidas las veinticuatro horas del día, apenas tienes sitios donde refugiarte. Abres un periódico o una revista y ves una secuencia de imágenes que descubre dónde has estado la última semana. Todo eso deja un espacio mínimo para lo desconocido, un elemento necesario en nuestro trabajo para que el público se crea los personajes que interpretamos.

-El mundo de las celebridades ha cambiado, ¿no le parece?
-Afortunadamente, sí. La gente que copa los programas de televisión nos ha echado a un lado. Ellos tienen su momento de gloria y mientras dura, a nosotros nos dejan tranquilos. Nos han vuelto aburridos a los actores (se ríe). Vivo en Nueva York y puedo caminar tranquilo por la ciudad sin problemas. Los fotógrafos saben dónde vivo, cuál es el colegio de mis hijas, a veces incluso hablo con ellos y les pregunto por qué buscan una foto mía. Cuando me dicen que es para actualizar las que tienen les dejo que la hagan. Saben que no podrán ni en mi casa ni en el colegio de mis hijos. Nos entendemos y me respetan. Digamos que entre nosotros existe un acuerdo no escrito que respetan.


El detalle
ACTOR IMPRESCINDIBLE

Está por partida doble en la cartelera («Destino oculto» y «Valor de ley»). Y es que el trabajo no le falta. Además, tiene pendientes de estreno, entre este año y el que viene, nada menos que seis películas. En el drama de Kenneth Lonergan «Margaret» (donde se escucha a la soprano René Fleming en un aria de «Los cuentos de Hoffman) comparte cartel con Anna Paquin y Mark Ruffalo. Soderbergh le ha fichado, junto a Jude Law, Gwyneth Paltrow y Kate Winslet, para el «thriller» de acción «Contagion», sobre una tremenda epidemia. Con el mismo director ha rodado «Liberace». Entre tanta película hay lugar para tomar aliento: en la animada «Happy Feet 2» sólo pondrá la voz, mientras que en «We bought a Zoo», basada en una historia real, estará a las órdenes de Cameron Crowe y compartirá escenas con Scarlett Johannson. Por último, tiene anunciada «Elaysium», un drama de ciencia-ficción con Jodie Foster. Su carrera se ha consolidado definitivamente en Hollywood, para quien se ha convertido en imprescindible.


El futuro, ¿una comedia o un drama?
El deseo del ser humano por conocer su propio futuro no siempre resulta provechoso para el interesado. Son muchas las películas que han tratado el tema desde el drama, la ciencia-ficción y, aunque no tan a menudo, la comedia. Recientemente, Jaco Van Dormael llevaba al extremo las consecuencias de las decisiones que tomamos sobre nuestro destino en «Las posibles vidas de Mr. Nobody». En la saga de «Matrix», Neo despierta a un futuro apocalíptico sostenido por un mundo virtual al que tendrá que regresar para cambiar el destino de la humanidad. Algo más antigua, pero de igual actualidad gracias a sus frecuentes pases en televisión, es la saga de «Regreso al futuro», en la que un joven Michael J. Fox se pierde una y otra vez en el limbo espacio temporal para cambiar realidades futuras y trágicas. Cuando la temática se separa de la ciencia ficción, la demencia entra en el juego para dar una explicación racional a estos sucesos. Es el caso de «Misteriosa obsesión», en la que Julianne Moore encarna a una mujer a la que tratan como una loca cuando intenta superar la muerte de su hijo. Su entorno le quiere hacer creer que nunca fue madre, pero ella luchará para encontrar pruebas de que su hijo sí existió. Diferentes aproximaciones a un mismo tema que seguirá dando que pensar y que hacer a generaciones y generaciones de cineastas.