Cambios climáticos

Arranca un verano «más cálido» y sin lluvias

Después de superar el cuarto mayo más caluroso de los últimos 40 años, llega el estío con temperaturas aún más altas

La Razón
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MADRID- 2012 se recordará como uno de los años más cálidos de la serie histórica, que se remonta a los sesenta. Las elevadas temperaturas y la falta de precipitaciones han marcado la tónica de los primeros seis meses. Y, de acuerdo con las previsiones, «que no son del todo fiables», asegura la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), este verano va a ser «más cálido de lo normal», esgrimió a regañadientes el portavoz del organismo, Alejandro Lomas. Prefiere no aventurarse y ofrecer datos de «predicciones experimentales», insiste. Aún así, los primeros datos apuntan a que las elevadas temperaturas que se han sufrido especialmente en el mes de mayo seguirán subiendo a partir de este fin de semana. Dos días después de que arranque el verano astronómico, porque el climático se inicio hace un par de semanas. «Todos los datos apuntan a que las temperaturas de los meses de estío superarán la media», coincide el meteorólogo Ángel Rivera. «Esperemos que esa tendencia se quede en ligera», añade. Mayo ha sido el cuarto mes más caluroso de los últimos cuarenta años junto a 1964, 2006 y 2011. La media mensual superó en 2,7 grados el valor normal de este mes. En la meseta central se alcanzaron tres grados por encima de lo habitual.

Junio lleva la misma línea. Sólo en las primeras dos semanas en casi toda la Península se han superado en más de dos grados las temperaturas habituales y «al final de mes podríamos alcanzar los 2,5 grados por encima de la media», apunta Lomas.

También está fuera de las previsiones la lluvia. El sol iluminará la Península durante todo el trimestre de estío y, «como es normal», será la estación más seca del año. Esta escasez de precipitaciones no afecta al recuento del año hidrológico (de octubre a septiembre), que desde la Aemet califican de «seco». «Con otro año similar al que estamos atravesando podríamos hablar de sequía severa». Es decir, que para que los campos, los embalses y el abastecimiento de las poblaciones no sufran escasez debe llover normalmente en otoño, invierno y primavera.