Cataluña

Fumando espero

La Razón
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Los madrileños hemos comenzado el año con una prohibición más, la de no poder fumar en nuestros bares, ni en los parques, ni siquiera en los baños cuando le dedicamos tan escatológica actividad al que inventó la crisis y de paso al que la negó. Hemos comenzado el año dándonos cuenta de que el Gobierno ha discriminado a una parte de la población, al no habilitar espacios públicos para desarrollar una actividad que, le pese a quien le pese, en este país es legal. El argumento que se nos da, para tamaña interferencia, es que es por nuestra salud, y que si bien es cierto, que es un recorte de libertades, lo hace por nosotros, que no sabemos lo que nos conviene. En definitiva que como el fin es bueno, vale cualquier medio y a cualquier precio. Lo que pasa es que esa cantinela suena a estatalismo. ¿Quien va poner el límite sobre qué libertades se pueden sacrificar para mejorar nuestra salud, ó nuestra vida, ó la economía?, pues los mismos que las recortan, y ese es el verdadero peligro. Primero fueron los toros en Cataluña, ahora el tabaco, después vendrá todo aquello que ideológicamente les cuadre, hasta que la falta de libertad sea tan flagrante que ahogue la democracia y esta se convierta en un mero formalismo sin contenido alguno. Mientras tanto, la sociedad civil fumando espera a que sea demasiado tarde.