Fútbol

Sevilla

Fe pegada y emoción en el Real Madrid

Marcó Cristiano de penalti; empató Yeste cuando el Athletic estaba con diez. El Madrid sufría, hasta que encontró el gol y sumó cinco 

Los jugadores del Madrid celebran un gol
Los jugadores del Madrid celebran un gollarazon

El Madrid tenía que ganar sí o sí al Athetic en el Bernabéu y lo hizo después de regalar la primea parte y de jugar 70 minutos contra diez. Durante demasiado tiempo fue el equipo frágil y errático que lleva nueve meses intentando descubrir su identidad y un estilo. Finalmente, con la contundencia habitual, solucionó el problema y, tras efectuar Pellegrini los cambios oportunos, goleó 5-1. Cristiano, de penalti, abrió la cuenta; Yeste sembró la incertidumbre e Higuaín, Ramos, Benzema y Marcelo pusieron las cosas en su sitio, o sea, emoción hasta el último minuto de la próxima y última jornada de Liga. Le costó cumplir, más que al Barcelona, pero lo hizo. Cuando Cristiano Ronaldo abandonó el terreno de juego al final de la primera parte, echaba chispas. Había sido el mejor de su equipo, el más ambicioso, el más poderoso, el más ofensivo y quien hizo el gol, de penalti. Pero partió hacia el vestuario rabioso. Sabía, como todos los espectadores del Bernabéu, que el Barcelona hacía los deberes en Sevilla, que ganaba con solvencia (0-2) y que ellos estaban haciendo el ridículo.

Un partido más. Su gol, desde los once metros, por una mano escandalosa de Amorebieta, que terminó escandalosamente expulsado por Muñiz por esa infracción, de poco valía porque próximo el final de este primer tiempo Yeste, como si fuera Messi, surgió desde la derecha hacia el centro, dejó sentados a Gago y a Xabi Alonso, burló a Albiol y a Arbeloa, y chutó con la zurda lejos del alcance de Casillas. Era el 1-1, resultado que, de mantenerse hasta el final del partido, facultaba al Bar-ça para adjudicarse la Liga.En los últimos 5 partidos el Athletic sumó tres puntos. Sus jugadores, parece, acusan los rigores de la temporada (?). Por esas últimas decepciones no podía esperarse de ellos un encuentro heroico. Su octava plaza en la Liga ratifica el valor de la cantera de Lezama, de Tajonar, de La Rioja..., y acredita el excelente trabajo de Caparrós. Los 41 puntos entre ellos y el Madrid son la distancia real entre un equipo que destaca por su fabulosa calidad individual y su extraordinario potencial económico y otro que aplaca la sed con agua de su manantial.Caparrós, desde los primeros instantes, ganó la partida estratégica a Pellegrini. Y no jugaban sus hombres con los ojos inyectados en sangre, con furor; no, simplemente jugaban: al fútbol. Defendían con una muralla y contragolpeaban con aviesas intenciones. En el primer minuto Toquero probó a Casillas. A los cinco, Ronaldo a Gorka Iraizoz. Como si adivinara que este partido también lo tenía que ganar él, Cristiano obró como de costumbre, como aquella España de la furia: «¡A mí, Sabino, el pelotón que los arrollo!».

Pero Guti no hilaba fino y le llegaban contados balones y cuando los recibía tenía que eliminar a tres adversarios. La ansiedad era palpable en sus filas, acentuada cuando al filo del cuarto de hora Albiol cometía otro error infantil al entregar el balón a Toquero, asfixiado, sin embargo, en la corta carrera y sin fuerza para eludir a Ramos o regatear a Casillas. La primera gran ocasión del encuentro, del Athletic.Al Madrid no se le veían las ideas. Dudaba, erraba en las entregas, fallaba el pase corto y el largo y denotaba una inseguridad del centro del campo hacia atrás impropia de su categoría. Pellegrini había dejado a Kaká en el banquillo y por segundo encuentro consecutivo, después de cinco desconvocatorias seguidas, Granero era titular; también Guti. Kaká, tan flojo como casi todos sus compañeros en Mallorca, pagaba las consecuencias de su precaria actuación. En estos últimos compases del campeonato al Madrid se le notan las carencias más que nunca y esos ajustes que entronizan a un gran equipo brillan por su ausencia. Demostró su ingravidez cuando, jugando contra diez, por expulsión drástica de Amorebieta, desde el minuto 20, no impidió el empate de Yeste. Sin embargo, posee algo que otros 18 equipos que le siguen a distancia en la Liga no tienen: una pegada brutal. Y lo demostró en el segundo tiempo, cuando Guti se entonó, cuando las entradas de Kaká y Benzema alegraron el panorama, y cuando Higuaín, a la quinta va la vencida, acertó con la red de Iraizoz. Paulatinamente se fue desinflando el Athletic y le fueron cayendo goles, de Sergio Ramos, de Benzema y de Marcelo, así, hasta el 5-1, para negar aquella sentencia de Nietstzche: «Tener fe significa no querer saber la verdad». La fe es que el Madrid no se rinde, tampoco el Barça, y la verdad, que el próximo fin de semana queda otra jornada de infarto.