Luz sobre los secretos del Congreso

MADRID- El Congreso, como el CNI, también tiene documentos secretos. Una caja fuerte situada en custodia desde 1979 cintas magnetofónicas de diversas comisiones que fueron en su día declaradas secretas. Se guardan bajo siete llaves, grabaciones sobre la evolución y la situación del Grupo Rumasa que dio lugar a una investigación parlamentaria que se prolongó durante dos años (1983-1985); sobre los accidentes aéreos en Barajas de finales de 1984; sobre RTVE (1979-1982); sobre la financiación de los partidos políticos y otros asuntos del «caso Flick», una gran trama de corrupción orquestada por el empresario alemán Friedrich Flick que sobornó a políticos de todos los partidos representados en el Bundestag. El caso se extendió a España, ya que Flick donó 1.000.000 de marcos alemanes para financiar al PSOE. Aquella trama dio lugar a una comisión de investigación en el Parlamento español cuyos legajos y cintas nunca fueron públicos, como también sucedió con la privatización de la empresa pública Intelhorce entre 1995 y 1996 o las grabaciones que se hicieron durante una investigación sobre la muerte de tres jóvenes en Almería por una actuación de la Guardia Civil.
La Cámara Baja custodia además un estudio del Consejo de Seguridad Nuclear que se redactó en los años 80, las cintas de una investigación sobre presuntos malos tratos a detenidos en el País Vasco entre 1989 y 1991 y las grabaciones sobre el asalto al Banco Central en Barcelona en 1981. Material que la vicepresidenta tercera de la Cámara, la popular Dolors Motserrat, está empeñada en desclasificar por su alto interés histórico. La decisión llegará, seguro, más pronto que tarde, pero de momento no existe ninguna norma que obligue a las instituciones públicas, como ocurre en EE UU, a liberar material clasificado cada cierto tiempo. La Mesa de la Cámara Baja está abierta a la desclasificación de sus legajos. De momento, esta semana ha aprobado, en relación con las comisiones de investigación declaradas secretas y sus grabaciones, que se proceda a la reconversión a soporte digital, así como a completar las transcripciones existentes con vistas a su eventual apertura al público y a los investigadores. Ante todo, el primer objetivo es digitalizar todo este material magnetofónico para evitar su deterioro.