África

Arqueología

Una mandíbula cuestiona el origen de los europeos

¿África o Asia? El origen de los primeros europeos sigue siendo discutido.

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Desde el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), encargado de analizar los restos del yacimiento de Atapuerca, no sólo tienen clara la procedencia asiática de los primeros europeos, también defienden la posible existencia de «una especie única europea», afirma a la doctora María Martinón.

El origen de esta revelación viene dado por el fragmento de mandíbula hallado en en la Sierra de Atapuerca hace ahora cuatro años, concretamente en la Sima del Elefante. Se trata del fósil más antiguo de Europa, de entre 1,2 y 1,3 millones de años. Entonces se estimó que este fragmento procedía del Homo antecessor, especie que, según los científicos de Atapuerca, procede del próximo Oriente y no de África, como defiende parte de la comunidad científica.

Tras nuevos análisis, los investigadores creen que la mandíbula no pertenece al antecessor, sino a otra especie que pudo migrar desde Asia Menor. De hecho, como apunta Martinón, la morfología «más robusta» de estos restos no tiene tantas similitudes con la de las especies africanas, sino que «estaría más cerca de la del hombre de Dmanisi», una especie que partió de Asia Menor. Sus restos fueron hallados en Georgia y tienen 1,8 millones de años. De esta forma, el nuevo homínido se situaría en un punto intermedio entre el antecessor y el hombre de Dmanisi.

Los investigadores defienden la teoría de que la ampliación del desierto del Sáhara provocó el fin de las migraciones entre África y Asia, lo que podría haber dado pie a nuevas especies evolucionadas y netamente europeas, como podría indicar la mandíbula. Así, esta «personalidad europea pudo consolidarse hace 800.000 años», afirma José María Bermúdez de Castro, director del CNIEH y codirector de las excavaciones.

Martinón y Bermúdez de Castro han publicado sus trabajos en la revista «Journal of Human Evolution». Pero no lo han tenido fácil. ¿El motivo? Las reticencias de la comunidad científica anglosajona, «que se resiste a cambiar de modelo», afirma Bermúdez de Castro. No en vano, «se creía que todo procedía de África», añade.