La Habana
Ocho años que duelen por Luis Felipe ROJAS
Merecemos una España mejor», así rezaba el lema del PSOE en su campaña electoral de 2004. En Cuba muchos también pensábamos eso. Queríamos una España de solidaridad y compromiso, de hechos y no sólo palabras. Casi dos lustros después sentimos el sabor amargo del fiasco, de la ilusión perdida, del engaño. Zapatero no hizo más que tomar las riendas y envió a La Habana un par de mensajes claros: recobrar la confianza de los autócratas de verde olivo y poner una barrera a los otros para que no se confundieran las señales diplomáticas de distanciamiento con una supuesta solidaridad internacional.
El enfriamiento súbito de las relaciones con la disidencia interna, el apoyo a un canciller Moratinos que nunca escondió sus más mezquinos intereses y la tibia respuesta a los comunistas cubanos por la feroz represión interna fueron una postal fija en cada misión diplomática. Los públicos intentos zapateristas por no agraviar a los Castro pasaron por el olvido de una Cuba que 70 años atrás se solidarizó con lo mejor de aquella España de la Guerra Civil.
Pero la muerte en prisión de Orlando Zapata y la huelga de hambre de Guillermo Fariñas hicieron a Zapatero romper lanzas ante los secuestradores de su voz en La Habana. La carta bajo la manga era la excarcelación de un numeroso grupo de prisioneros políticos. Pero pronto se le vieron las costuras a la componenda del cardenal y el general-presidente. El hacinamiento y el limbo legal de los deportados desvelaron las verdaderas intenciones del Gobierno socialista. Es una España que duele, porque al venderse al mundo como un espejo parecía una utopía. Es un asidero falso.
Luis Felipe Rojas
Bloguero cubano
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