Barcelona

Laicismo

La Razón
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Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, de cualquier organización o confesión religiosa. En nada recoge el Diccionario hostilidad u odio. Si las personas homosexuales tuvieran un líder espiritual y éste visitase España, en plan Jefe de Estado, a mí me importaría una higa. Me explico. Hace quince días, el Papa estuvo en España y, concretamente, en Barcelona, un grupo de gays y lesbianas salieron a la calle para decir que ellos no esperaban al Papa y protagonizaron escenas como besos entre tres y otras manifestaciones de mal gusto («Ni Papa ni osties», leído en algunas pancartas). Sí, de mal gusto, porque yo, ante la visita del líder de las personas homosexuales, ni saldría a la calle con mi mujer a magrearla públicamente para expresar mi rechazo a la susodicha visita, ni me vestiría en plan macho ibérico, ni escribiría textos tan groseros. Por ello, no entiendo que todavía una serie de gente que se autodefine como atea o agnóstica le siga dando tanta importancia a las palabras de una persona como el Papa.
Este hombre no impone a nadie sus ideas (eso fue en siglos pasados); no expone mensajes de obligado cumplimiento, excepto para los que nos llamamos católicos y, como a nadie le obligan a serlo, no hay materia para demostrar tanta falta de educación y de cortesía, porque la Educación y la Gramática son las mismas para todos. Expone una teoría avalada por muchos siglos de pensamiento: el matrimonio se define por la unión de personas de distinto sexo. Así, si usted quiere unirse a una persona del mismo sexo, habrá de buscarle una denominación ad hoc. Las formas son el fondo. Esta vez, los «anti Papa» han perdido las primeras. Pero carecen de lo segundo.