Valencia
Vivir con dos palabras malditas: «dolor crónico»
"Me era imposible vivir con esas dos palabras malditas: dolor crónico". Así de rotunda se ha mostrado Esperanza Cutillas, una mujer que lleva prácticamente toda su vida arrastrando ese sufrimiento.
Aunque su imagen exterior no proyecta el "infierno"en el que ha estado Esperanza, esta paciente, casada y madre de dos hijos, ha reconocido que en sus peores momentos "no estaba segura de querer seguir viviendo". Cutillas ha relatado su historia durante un encuentro interactivo, en el que los asistentes se han podido "meter en la piel de un paciente con dolor"gracias a unos trajes especialmente diseñados para ello.
El acto, organizado por la Fundación Grünenthal y la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS) con motivo de la celebración el próximo lunes del Día Mundial contra del Dolor, ha permitido al público "experimentar cómo es el día a día"de los más de seis millones de españoles que sufren dolor, para los que agacharse a coger una moneda del suelo o subir unas escaleras se convierte en un desafío. "He vivido momentos muy aterradores y difíciles, pero conservo un recuerdo que me es imposible borrar de la mente: un día no pude darle la mano a mi hija porque el dolor era demasiado intenso", ha narrado Esperanza, quien se ha preguntado "¿"cómo le dices a una niña de cuatro años que no puedes darle la mano?".
Sus hijos no la querían ver como una enferma sino como una mamá, ha señalado Cutillas, quien en estos momentos consigue llevar una vida relativamente normal desde que está siendo atendida en una unidad del dolor.
Desgraciadamente, estas áreas especializadas no proliferan en España y su distribución en el territorio nacional es bastante desigual, según ha denunciado la doctora María de Madariaga, de la Unidad del Dolor del Hospital Infanta Sofía, de Madrid.
En todo el país hay alrededor de un centenar de ellas aunque sólo tres están completas al contar con un equipo multidisciplinar y se localizan en los hospitales Ramón y Cajal y Puerta de Hierro, ambos de Madrid, y el General de Valencia.
Así lo ha puesto de relieve la doctora Isabel Sánchez, directora de la Fundación Grünenthal, quien ha resaltado que tener a un profesional trabajando a tiempo completo en una unidad del dolor "ya es todo un lujo".
Actualmente, menos de un 10 por ciento de los pacientes con dolor crónico están tratados por un especialista de una unidad del dolor, ha explicado la doctora De Madariaga, quien ha destacado el papel "clave"que juegan los médicos de atención primaria.
Éstos son los encargados de recibir la primera "queja"del paciente, los que realizan el primer diagnóstico y la primera aproximación terapéutica. "Todo ello en cinco minutos"y a pesar de que sólo dos Universidades en España en las que se estudia medicina imparten asignaturas sobre el dolor.
Aunque la curación completa no existe, en las unidades del dolor los profesionales tratan de controlar el dolor y mejorar así la calidad de vida de los pacientes. Como en el caso de Esperanza, que actualmente cursa tercer año de Terapia Ocupacional, una profesión vocacional con la que espera ayudar a otras personas con dolor. "En España el dolor se trata mal", ha concluido la doctora De Madariaga.
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