Londres
«Me da miedo que la violencia sea tan gratuita»
María Fernández Cachafeiro volvió en la madrugada del lunes de sus vacaciones en el sur de España a la ciudad de Nottingham, al norte de Londres, donde lleva viviendo dos años. A esta gallega de 25 años le llamó mucho la atención que al llegar de trabajar, el martes, hubiera agentes en la estación de tren. Una vez en su casa, se conectó al Twitter de la Policía de Nottingham para leer las recomendaciones.
«No salí de casa. A las 9 de la noche empezó el jaleo. Atacaron la comisaría del centro con cócteles molotov y un helicóptero estuvo toda la noche sobrevolando la ciudad». Aunque a ella le costó pegar ojo, ya que vive en el centro, el aparato se desplazó a otras zonas. Y es que, como cuenta Cachafeiro, después asaltaron otras cuatro comisarías, una joyería, rompieron coches y ventanas y hasta se subieron al tejado de un instituto femenino. Puestos a hacer el gamberro...
La tierra de Robin Hood es una de las ciudades a las que se ha extendido la violencia que comenzó el sábado por la noche en Londres. «No tengo miedo porque es por la noche cuando sucede todo y lo que hago es no salir. Pero sí que me aterra que la violencia sea tan gratuita», y pone como ejemplo una casa a la que tiraron un ladrillo para romper el cristal que cayó justo en la cuna del bebé. «Menos mal que media hora antes los padres se lo llevaron a su cama». Nottingham, de unos 300.000 habitantes, «es una ciudad tranquila, no es industrial, sino principalmente universitaria, aun así, el índice de homicidios es muy alto, por lo que la llaman ‘‘shottingham'' (de ''shot'', disparo)».
Según esta arquitecta, los disturbios en Reino Unido no tienen que ver con los indignados de España. «Es por culpa del sistema de beneficios inglés; reciben dinero y se acostumbran a no hacer nada. No me parece que robar una televisión de plasma tenga nada de reivindicativo». Para Cachafeiro, una de las claves ha ocurrido en Clapham Junction, en Londres. «La única tienda que no saquearon fue la librería Waterstone's».
Falta de refuerzos
Al cierre de esta edición, la gallega prometía que no saldría de casa. «Enviaron a muchos policías de otras ciudades como Nottingham para reforzar la capital y ahora han tenido que pedir a los agentes que estaban de vacaciones que vuelvan». Incluso la Policía ha demandado a los «no violentos» que salgan a la calle para ayudarles. Pero Cachafeiro insiste en que no dejará su piso hasta que no se haga de día.
Esta misma actitud es la de Javier Nuño, un ingeniero de Telecomunicaciones que llegó tan sólo hace diez días a Birmingham, ciudad que ayer por la noche fue protagonista porque en medio de los saqueos y el caos tres asiáticos fueron atropellados y finalmente fallecieron. Aunque la Policía se temía que la violencia aumentara por este motivo, Tariq Jahan, padre de uno de los muertos (Haroon, de 21 años), salió a la calle para abogar, junto a la comunidad surasiática, que no se buscara la venganza en contra de los ocupantes del coche, que, según los testigos, eran negros.
Desde hace tres días, Nuño asiste a la universidad –donde trabaja– durante el día y en cuanto termina, se va a su residencia. «El martes me entretuve y al salir, lo vi complicado. No me atreví a atravesar el centro y no tenía modo de regresar a casa. Tardé en encontrar un taxi, pero aunque dio un poco de vuelta, me llevó». Ayer, ya en su residencia, confesó que tampoco saldrá y hasta se está pensando qué pasará el fin de semana, ya que su hogar está cerca de la zona de «marcha» de Birmingham, ciudad de alrededor de un millón de habitantes. «Entre las 9 y las 5 no hay ningún problema, lo malo es por la noche; yo no me la juego». Este joven cuenta que, de camino a la Universidad, la primera tienda desvalijada que vio fue Orange, después arrasaron Sony y hoy ha visto H&M. «Intentaré pasar el máximo tiempo posible en casa».
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