Valencia
El Madoff español
En Panamá, en Argentina, en Ecuador, en Colombia, en Estados Unidos, en Valencia, puede que en Galicia, en multitud de lugares del planeta respiraron con alivio, expulsando rabia, cuando leyeron que Germán Cardona Soler, un empresario dedicado a la inversión de divisas, había sido detenido.
La noticia al menos tranquiliza a unas víctimas que, en su gran mayoría, dan por perdidos los ahorros que dieron a Cardona para que los invirtiera. Engañados y pobres, en los foros de internet cuentan sus historias: desde más de 40.000 dólares que una pareja logró tras vender un terreno, hasta los miles de dólares de muchas familias, alentadas por otras, que veían cómo las promesas de altos e increíbles intereses se cumplían en la pantalla del ordenador. Y de ahí no pasaban. Las ganancias prometidas nunca dejaron de ser virtuales y el dinero invertido, tan real, se ha quedado en las manos de Germán Cardona. En total, se calcula que puede haber defraudado más de 1.600 millones.
De la leche a la riqueza
En Valencia están sorprendidos al ver hasta dónde ha llegado el muchacho que vendía leche de puerta en puerta junto a su padre y su tío en el pueblo de Canals, una población costera levantina. Germán se marchó con sus padres y su hermana cuando hubo problemas familiares. En el pueblo, algunos creen que se fue a la ciudad a estudiar Veterinaria. Como si el contacto con las vacas le hubiese enseñado su futuro.
Pero un veterinario no es rico y difícilmente va a lograr manejar grandes cantidades de dinero. Los que le conocieron después se ríen cuando se les pregunta si Germán Cardona estudió una carrera. Para ellos, lo más cerca que estuvo de los animales es cuando vendió pienso de puerta en puerta en Valencia, igual que había hecho con la leche. Apenas llegaba a fin de mes, tenía compromisos familiares y facturas que ya iba dejando sin pagar.
Nada serio, en comparación con lo que vendría después. Como mucho, Germán Cardona Soler era un hombre que intentaba ganarse la vida, pero que llegaba apurado, o no llegaba, a los pagos. Ése es un camino demasiado lento para un tipo ambicioso y Cardona, pese a la leve cojera (posiblemente a causa de la polio. Por eso siempre escondía las piernas con pantalones largos), quería correr, llegar lejos, ser alguien: quería hacer dinero y hacerlo ya.
Y no es fácil o, por lo menos, no lo es de manera legal. Llegó al negocio de moda esos años, de finales de los noventa: el marketing multinivel, una práctica dentro de la Ley a la que algunos encontraron varios resquicios para hacerse ricos. La profesora María Dolores García Sánchez escribió un libro sobre el asunto. «Marketing multinivel», editorial Esic. «Es un negocio en el que no te forras– cuenta a este periódico–. Vendes cosas de casa en casa, por ejemplo, objetos de higiene. Tienes que trabajar mucho para venderlos y a lo mejor te llevas un 30% de lo vendido. Si metes a alguien que venda, te llevas un 1% de lo que él ha vendido. Pero es complicado hacer mucho dinero de ese modo».
Germán Cardona conoció y aprendió cómo funcionaba este mundo en «I&T»: el show que se montaba para conseguir distribuidores, las reuniones multitudinarias, cómo su capacidad de palabra valía para convencer a la gente. Le gustó, pese a que, en ese momento, «I&T» tenía algo que no sonaba bien. Pedía 800.000 pesetas a quien quisiese ser distribuidor. Cardona trabajó sin descanso, viajó en coche por muchos lugares de España, se compró un libro de oratoria y perdió definitivamente el miedo al ridículo. Algunas de sus presentaciones dejaban mucho que desear, porque los materiales no funcionaban o porque las reuniones se producían en cafeterías y allí era complicado lograr la complicidad de los que escuchaban.
Da igual. Lo importante de esa época no es el éxito, sino que Germán ya ha descubierto que se puede hacer dinero embaucando a la gente. El chico que vendía leche y pienso, que siempre iba atrasando pagos, ya sabía lo que tenía que hacer. Faltaba encontrar al público.
El multinivel no funciona y Germán aparece en Zaragoza, probablemente a causa de una mujer, que no han sido pocas las que han pasado por su vida. En internet, que no permite el olvido, vuelve a haber huellas de él: es en la empresa Publifácil que, como los multinivel, promete ganar dinero a quien invierta.
«Fue hace mucho –cuenta ahora uno de los afectado–, casi no me acuerdo, pero sé que no hacían más que pedirme dinero y a cambio no conseguía nada. Lo dejé». Te decían que ibas a ganar, pero al principio, claro, debías invertir. Después, por cierto, era imposible reclamar porque había una maraña de nombres de empresas e intermediarios localizados en cualquier lugar del mundo. Publifácil se extendió por Portugal y en internet se lee cómo se vendía Germán Cardona dentro de la empresa: «Grande proffisional en ‘‘Network'', grande entusiasmo em tudo o que faz, bom comunicador, grande capacidade de liderança, pessoa de confiança absoluta».
Puede que esta última frase, que no necesita traducción, no haga ninguna gracia a los miles de víctimas que ahora claman por justicia. Lo único que parece verdad de esa sentencia en portugués es que Cardona ya tenía confianza absoluta en sí mismo, justo lo que hasta entonces le había faltado.
Como Madoff
En Publifácil acaba bastante mal con otros miembros de la compañía y se marcha. Aparece en México, donde se dedica a vender móviles a cambio de dinero adelantado. No es difícil adivinar que recibió el dinero, pero a cambio nunca llegaron los móviles. Vuelve a España hecho un experto. El multinivel le ha dado la idea, pero la ha perfeccionado. Como Madoff. Y como él, ya sabe a quién puede convencer de que multiplicará sus ahorros sin ningún esfuerzo. No es magia, es que conoce a la perfección el mercado de divisas, ese mundo tan enrevesado. Al regresar a España explica a amigos que tiene su público: «Los suramericanos son unos incautos», cuentan que dice con cierto desprecio.
El último paso lo da en Argentina, donde entra en una empresa que se dedica a la estafa piramidal. Justo lo que buscaba. Ya no es el marketing multinivel, que, en comparación, es un juego para pobres. Esto es ilegal, pero da muchos beneficios. Va creando empresas que desaparecen con rapidez, pero todas con el objetivo de acumular dinero. Todo va rodado: funda una empresa en Panamá, que antes era lo más parecido a un paraíso fiscal y a partir de ahí empieza a operar.
Ofrece grandes intereses, ilógicos tal como está el mercado, pero sabe cómo venderlo. Es lo que ha aprendido y está bien dotado para hacerlo. Siempre elegante, monta shows, regala relojes caros, parece que hay mucho dinero por medio. Y como sucedía en el marketing multinivel, ofrece la posibilidad de ser promotores a los que invierten. Es decir si captan clientes, les ofrece una renumeración.
Si en internet se lee que en Estados Unidos le persiguen, él dice que no paga porque le han bloqueado las cuentas y necesita recaudar más dinero para poder pagar abogados. En Youtube se puede ver una de sus charlas: «Sabiendo dónde vamos, lo que estamos creando, lo grande que es esto... 50.000 personas ganando dinero... Todos los ataques han solidificado nuestra responsabilidad, nuestro compromiso». Pero en Panamá, los bancos ya no le dejan ingresar dinero en efectivo porque sospechan de su procedencia.
Capta incautos en Ecuador y también en Colombia, donde da un paso que explica hasta dónde ha llegado su atrevimiento: un famoso locutor, preocupado por los secuestros, dona, para que la empresa de Cardona los invierta en los mercados de divisas, 1.000 pesos para cada uno de los más de 800 secuestrados. Y él, Germán Cardona, asegura que pone 5.000 más, para ayudar.
Pese a sus promesas de ser el hombre que paga a más personas en el mundo, el dinero que llega a él se queda en los inmuebles que va compra. Por ejemplo, en España, se han embargado 20 inmuebles con valor de unos 14 millones de euros. Estos días, en internet, los afectados dan la dirección de una cárcel de Madrid donde creen que, por fin, el pequeño Madoff, de Valencia, está encarcelado.
Dos estafas con un mismo final
Los más de 1.600 millones que parece que ha estafado Germán Cardona parecen ridículos en comparación con los 50.000 que llegó a estafar Bernard Madoff, el hombre récord en el mundo de los fraudes. Nunca nadie había conseguido tanto dinero. Madoff se movía a niveles más altos que Cardona, pero si el negocio de ambos ha sido parecido, su fin ha sido idéntico. Ambos detenidos, Madoff puede contar a Cardona cómo se vive en la cárcel. Fue condenado a 150 años. Ahora Madoff cuenta que sus inversores «tenían que saber que algo ocurría al reembolsarse esos intereses».
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