Cataluña

Quo vadis Alfredo por Agustín de Grado

La Razón
La RazónLa Razón

Todos los problemas que España tiene abiertos en canal, desde un modelo educativo que fabrica ignorantes a la tormenta perfecta de una crisis económica de dimensiones desconocidas confluyendo con el proceso secesionista abierto en Cataluña, son retos que necesitan de posiciones comunes, firmes y leales, entre el Gobierno y el primer partido de la oposición. Es nuestro drama. Porque el PSOE campa extramuros de la moderación y el compromiso nacional adonde se dejó arrastrar por Zapatero. Y allí sigue. En la creencia (equivocada, según todas las encuestas) de que oponiéndose a todo encontrará el atajo que le devuelva el respaldo perdido mientras el PP sufre el desgaste de la complicada gestión de un trance difícil. Todo lo que Rajoy y los suyos deban hacer para sacar a España de la endiablada encrucijada que enfrenta tendrán que hacerlo solos. Que no esperen nada de Rubalcaba. Pasa por ser un hombre de Estado y no desaprovecha la ocasión de demostrar lo contrario. Fue Rubalcaba quien devolvió el apoyo del PP a la reforma constitucional que Europa nos exigía para limitar el déficit, con el rechazo a la ley de estabilidad presupuestaria que le tocó promover después a Rajoy. Ha sido Rubalcaba el que se ha subido a lomos del federalismo para evitar la ruptura del PSOE en Cataluña, aunque así ponga en riesgo la de España. Y él ha alentado en sus filas un discurso comprensivo («Hay muchas razones que mueven a los ciudadanos en su protesta») con quienes promovían la ocupación del Congreso en un ejercicio de golpismo sin precedentes desde 1981. Estamos huérfanos de un PSOE convencido de que la indisoluble unidad de la nación española es el fundamento de nuestras libertades. Nos sobra su coqueteo con la subversión cada vez que la voluntad popular le aparta del ejercicio del poder.