Sospechas tenebrosas por Antonio PÉREZ HENARES

Las investigaciones y los indicios cada vez más insistentes señalan en una dirección casi tan pavorosa como los propios incendios que han sufrido la Comunidad Valenciana y la de Castilla-La Mancha. Que son provocados parece más que claro, que intencionados empieza también a ser evidente. Que lo criminales incendiarios pudieran tener que ver con quienes se supone que debieran apagarlos pone la piel de gallina. Pero por ahí apuntan con insistencia cada vez más datos.
Conocimiento exacto de la zona, de lugares a los que no podían acceder los servicios de extinción, el momento idóneo de temperatura y viento y ... algunos detalles más de ciertas identificaciones personales en los lugares donde se han producido los siniestros nos pueden colocar ante una posibilidad atroz, pero no sería la primera vez ni mucho menos, que se ha dado. Recuérdese que en Galicia fueron detenidos y procesados como autores de varios devastadores fuegos quienes habían sido miembros de retenes de extinción de incendios. ¿La motivación? Pues se barajó la venganza por no haberle vuelto a contratar o en crear la catástrofe para que fuera inevitable recurrir a ellos. Hasta la motivación de una denuncia política por los recortes en prevención. Igual da. Atroz y terrible en el hecho mismo y no digamos ya en las consecuencias. Devastación de decenas de miles de hectáreas y muerte. Que ha habido ya un muerto en Valencia.
Estos días ha tenido lugar el juicio por el incendio de Guadalajara, la más terrible de nuestra tragedias con 11 fallecidos. Se juzgaba a los excursionistas, miembros de una asociación de «Protección de la Cueva de los casares y su entorno», como presuntos autores. Dicen ahora, aunque en aquellos días dijeron otra cosa, que su barbacoa, aquel día de calorazo y viento, no tuvo nada que ver en el asunto. Vamos que el fuego a su lado fue por ciencia infusa.