Cerco a la corrupción
Un acoso de 1084 días
MADRID- La no culpabilidad de Francisco Camps dictada ayer por el jurado popular del Tribunal Superior de Justicia de Valencia ha puesto fin a 1.084 días de calvario y persecución pública al que ha tenido que hacer frente el ex presidente de la Generalitat. Todo se iniciaba aquel 6 de febrero de 2009 en el que el juez Baltasar Garzón, apenas unas horas después de la polémica cacería en Jaén con el ex ministro Mariano Fernández Bermejo, imputaba inicialmente a 37 personas por un presunto delito de corrupción en la denominada «operación Gürtel». Las ramificaciones de la trama, presuntamente liderada por Francisco Correa, no tardaron en aparecer en Madrid y Valencia, y la lista de imputados crecía imparablemente entre aforados y cargos públicos.
Pero todo cambió con la aparición de Camps entre la lista de imputados. Fue entonces cuando el «caso Gürtel» dejó de ser uno de tantos casos de corrupción, para convertirse en una auténtica «caza de brujas» contra el ex presidente valenciano, para el que el Ministerio Fiscal únicamente pedía una pena de 41.250 euros de multa por haber aceptado cuatro trajes y seis pantalones valorados en 7.325 euros.
Camps, sin embargo, defendió a capa y espada su completa y absoluta inocencia. «Estoy aquí para defenderme y decirle a todos los valencianos que votaron a un presidente inocente». «No ha importado la verdad sino hacer daño», afirmó en diciembre ante el tribunal que le ha juzgado. Antes, el 20 de julio, forzado a dimitir tras haber sido reelegido por un 48,53% de los votos y más de 1.200.000 valencianos, se despedía con un tajante «soy completamente inocente de las barbaridades que se han dicho de mí». No en vano, la campaña de acoso y derribo contra el ex presidente llegó desde todos los frentes, pero sobre todo desde el PSOE. Ningún importante dirigente socialista se saltó el trámite de apelar a la moral y a la ética. Desde Zapatero a Rubalcaba pasando por Elena Valenciano. Ni siquiera el ahora también imputado José Blanco por el «caso Campeón» decía unos días antes de celebrarse los comicios autonómicos de mayo que Camps era «un indecente que se cree impune». Por supuesto, desde la rama valenciana socialista con Jorge Alarte y Ángel Luna a la cabeza. Todos anticiparon la culpabilidad del dirigente, meses antes incluso de que se iniciara un juicio sin igual.
Porque nunca antes un proceso por una falta leve había generado tantísima expectación. Un total de 26 sesiones repartidas en 45 días de más de ocho horas acabaron ayer con final feliz para el ex presidente de la Generalitat. En parte, porque no se ha podido demostrar que recibiera los famosos trajes, en parte porque la defensa demostró la exigua actividad de su tarjeta de crédito o por la escasa documentación aportada en los informes policiales realizados. Acaban así casi tres años de persecución, en los que Camps ha visto vapuleada su presunción de inocencia.
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