Málaga

Garbajosa es aprovechable

La Razón
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El aficionado que tuviera un interés especial en seguir la jornada 26 de la Liga ACB se puede haber vuelto loco. Era casi imposible no perderse algún partido. Para abrir boca entre semana se disputó un CAI Zaragoza-Cajasol, que venía de un aplazamiento forzoso. Pero «lo mejor» llegó con el fin de semana. Nueve partidos y siete horarios diferentes en tres días distintos.

Dos encuentros el viernes, tres el sábado y cuatro el domingo... La jornada arrancó el viernes a las 20:30 y acabó a la hora de comer el domingo. Mareante, y eso que el partido televisado el viernes, Regal Barcelona-Asefa Estudiantes, no era ni mucho menos una mala opción. No parece una mala fecha ese día, pero una propuesta tan atípica a estas alturas de la temporada...

Ubicados dentro del caos horario, el interés general radicaba en ver a Jorge Garbajosa en el Unicaja. El ala-pívot internacional regresaba a Málaga y se estrenaba ante los que eran sus compañeros hasta hace apenas seis días. Era el momento en que Jorge se medía a la entidad que lo ha querido apartar del baloncesto activo sin tener su consentimiento. He visto muchos titulares en los que la palabra venganza resaltaba entre el resto. Nada de eso.

Lo que vimos en el Martín Carpena no fue una venganza premeditada ni hubo predisposición a realizar tamaña hazaña. Lo único que presencié en la pista fue a un jugador que se sentía de nuevo parte de un equipo y que ponía a disposición de éste todo su saber estar y su experiencia para poder ayudar a sumar un poco más. Nervioso al principio, poco participativo en el ataque, como no queriendo molestar a los que ya llevan muchos meses trabajando juntos, pero presente en los momentos claves. Anotó una canasta de dos complicada, puso un par de tapones de listo en el tramo final del partido y anotó un triple clave en la prórroga. Su nuevo equipo terminó ganando.

No fue venganza. Fue oficio. El oficio que a Jorge le sale por todos los poros y que allá donde esté siempre es de máxima utilidad. Me alegré por él, por verle otra vez feliz en una pista de baloncesto y no apesadumbrado y condenado detrás del banquillo.

Por cierto, seguramente esos destellos que vimos en Málaga le hubieran servido bien al Madrid en la final de la Copa del Rey. Jorge sigue siendo un jugador aprovechable para el más alto nivel. En Málaga, sin ninguna duda, volverá a demostrarlo.