Cataluña

ANÁLISIS: El PSOE asume la debacle

Rubalcaba, junto a Pachi Vázquez tras un mitin en Ferrol
Rubalcaba, junto a Pachi Vázquez tras un mitin en Ferrollarazon

«No hace ni un año que perdimos las elecciones. Es demasiado pronto para que los españoles olviden nuestro pasado reciente y también para que vuelvan a confiar en nosotros. Hay que dar tiempo al tiempo». La reflexión es de un alto dirigente del PSOE, consciente de la titánica prueba a la que se enfrentan sus siglas en la triple cita electoral que tenemos por delante. Quien así habla es de los pocos de la dirección federal a los que se les ha escuchado decir que el PSOE se siente responsable de la actual situación económica de España porque «es responsable de ella», y que sólo cuando públicamente pida perdón por ello la marca, hoy hundida y deprimida, empezará a remontar el vuelo. ¿Llegará la escenificación de ese «mea culpa»? En Ferraz están en ello, pero mientras deciden, se lamen las heridas de una insoportable levedad que lejos de reconciliarles con la calle les aleja de ello cada día más.

Ahora se trata de aminorar los efectos de una histórica derrota que dejó secuelas importantes en el electorado y heridas orgánicas aún sangrantes. En Ferraz, saben que, muy a su pesar, los resultados de las próximas citas electorales se leerán en términos de liderazgo para un Alfredo Pérez Rubalcaba que no logra remontar el vuelo ni dentro ni fuera del partido. Las perspectivas son demoledoras en Galicia, en el País Vasco y en Cataluña, tres comunidades históricas en las que la campaña se librará en distintas claves.

Pero vayamos por partes. Galicia es en el mejor de los casos, el escenario más favorable para los socialistas. Si por favorable entendemos, no que haya posibilidad de victoria –que no hay ninguna-, sino que el PP de Alberto Núñez Feijóo pierda la mayoría absoluta que ganó hace cuatro años. Si los populares pierden su principal feudo electoral, sería un cataclismo para el partido de la gaviota y un alivio, sin duda, para Rubalcaba. La misma noche del 21-O se desplegaría el siguiente argumentario: que si estamos ante el principio del fin de Rajoy; que si España empieza a dibujar un nuevo mapa político; que si Rubalcaba remonta el vuelo… Consciente de la importancia de esta cita, el secretario general se volcará en la campaña gallega aun sabiendo que las posibilidades de éxito son remotas.

Y es que la suerte del secretario general del PSOE está en cierto modo en manos del gallego Pachi Vázquez, un candidato «accidental» –la convocatoria anticipada de elecciones impidió la celebración de primarias–, poco conocido y de escaso pedigrí en el socialismo. Por si esto fuera poco, la campaña gallega arranca para los socialistas lastrada por la imputación del alcalde de Orense en la «operación Pokemon». Así que si el PSdeG se queda dos diputados por debajo de los 25 que logró en 2009, en Ferraz se dan con un canto en los dientes, siempre que Feijóo pierda la mayoría absoluta. Timorata aspiración donde las haya, pero al menos allí, en Galicia, los socialistas seguirían siendo segunda fuerza política, porque en el País Vasco y en Cataluña la debacle que se espera es mayúscula.

En Euskadi, es tal el batacazo que se avecina que en Ferraz buscan ya el aterrizaje de Patxi López en Madrid. El PNV ganaría holgadamente y Bildu desplazaría al PSE a la tercera fuerza política. Y eso a pesar de que éstas son las primeras elecciones vascas que se celebran sin ETA y que un Gobierno socialista apoyado por los populares ha conseguido por primera vez en 30 años la deslegitimación social de la violencia terrorista. Ni por ésas. El único lehendakari socialista que ha tenido Euskadi dejará Ajuria Enea antes de cumplir la legislatura.

Si hablamos de Cataluña, el escenario es aún más desesperanzador para un PSC que no acaba de encontrar su lugar en el mundo. Envueltos en una crisis interna sin precedentes, con un candidato improvisado y un discurso ambiguo para situarse entre el independentismo de CiU y el españolismo del PP, los socialistas catalanes se despeñarán en las urnas. El PSC tendrá que hacer su propia catarsis tras el 25-N y decidir qué le une y que le separa de un PSOE al que cada vez le queda menos de la «E» de España, pese a que Rubalcaba ganó el 38º Congreso Federal prometiendo un discurso idéntico para toda ella. Ocho meses después de aquello, la crecida soberanista catalana ha empujado a Rubalcaba a abrazar una senda federalista que no agrada a todo el PSOE. Pero éste es un debate que habrá de librar la Conferencia Política de 2013. El de ahora es si los resultados de la triple cita electoral servirá a Rubalcaba para convencer a los suyos.