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OPINIÓN: El año aversi

La Razón
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2012 suena a carajo en el oído, la verdad. Y más, si te encuentras con la peña en la calle y te dice que va a ser peor. ¡Pues vaya una leche, señorito!, como gritaba Gracita Morales en la pelis de los setenta. Es decir, que si somos capaces de abandonar un año perro salvando los muebles, nos quedan casi cuatrocientos días de verle las costillas al animal que acabamos de abandonar. No quiero pensar que todavía vayamos a peor. Pero no lo digo por la cosa económica, que esa ya nos la sabemos y así anda de flaca la faltriquera. Es que el tema está en el ánimo de los que me encuentro cada día. Que si esto no marcha, que a ver si Rajoy empuja, que si lo uno, que si lo de más allá. Para, para, que esto parece el año «aversi»: A ver si mejoramos, a ver si cobro lo que me deben, a ver si podemos pagar lo que debemos, a ver si Estopa hace un disco bueno alguna vez, a ver si Rubalcaba dice la verdad algún día, a ver si, a ver si y más a ver si. Los años «aversi» son el reflejo de una sociedad que tiene más miedo que Soooby-doo. Porque otra cosa no, pero nos cuesta tanto ponernos delante de los problemas, que casi preferimos que otro de un paso adelante y nos lo solucione. O lo que es lo mismo, tomar conciencia como nación de que el desaguisado no lo arregla un líder carismático, sino la conjunción de muchos pequeños lideratos: el del ama de casa, que cada mañana se devana el seso para poner un plato en la mesa, el del operario, que debe tener claro lo de ser cada día más rentable, el del empresario, que debe dar aún más ejemplo de sacrificio, el del banquero, el artista, el torero, y así, como la canción de Viva la gente. Un año «aversi» es un año de paro y recesión. Lo mismo hasta podíamos cambiarlo y darnos el gusto entre todos de sustituir este paisaje de ruina y mediocridad. A ver si fuera verdad. Que haya alivio y sálvese el que pueda.