Chile
«No lo veremos físicamente pero sí con el corazón»
Oír no es lo mismo que escuchar. Ésa es una de las máximas vitales de José Antonio. Puede que él no vaya a ver la JMJ, pero va a escucharla y, sobre todo, a sentirla. «Las orejas bien abiertas y el corazón bien abierto», dice. Con todo, hay otro sentido más valioso, asegura: el sentido común. En su caso, una cualidad que le ha aportado coraje. Y lo más importante: «No tener complejos». Comenzó a perder la vista cuando cursaba la carrera de Ingeniero Agrónomo.
Primero cansancio en los ojos, vista nublada, después... Su visión quedó reducida en un 90 por ciento. Abandonó la carrera, pero no dejó de estudiar. Se preparó para ser fisioterapeuta. Y a sus 30 años, y desde hace cuatro, tiene su propia clínica en Móstoles, llamada Bercam, donde también ejerce. ¿Un mensaje para jóvenes que atraviesen su situación? «Mucha paciencia y templanza. No deprimirte ni caer en la ansiedad. Aunque perderás un sentido, recuperarás otros».
José Antonio formará parte del grupo de deficientes visuales que se encontrará con Benedicto XVI el próximo sábado en la visita que el Pontífice realizará a la Fundación Instituto San José. «Vamos a ser cuatro o cinco parejas, cada uno con su guía, porque sin ellos estaríamos límitados. Estaremos en primera línea», relata. Este joven forma parte de la comitiva de la Asociación Española de Ciegos Católicos (CECO), que, unida a otros grupos internacionales –«viene gente de Chile, Italia...», apunta–, va a tener el privilegio de tener una audiencia exclusiva con el Santo Padre. Porque, como dice José Antonio, «esta es la primera JMJ en la que la discapacidad va a gozar de cobertura». ¿Nervioso por encontrarse con Benedicto XVI? «Siempre recordaremos a Juan Pablo II. Pero Benedicto XVI es un Papa que acoge a los jóvenes y un buen guía de la Iglesia», dice.
Junto a José Antonio estará Gloria Rosende. Bilbaína de 46 años, nació seismesina. «Pesaba apenas 800 gramos», dice. Tuvo que recibir mucho oxígeno. Todo el que necesitaba para mantenerse con vida. Sin embargo, su visión quedó muy dañada durante el proceso. «De muy pequeña veía como una nube. A los 12 o 13 años, ya no veía absolutamente nada», recuerda. Ahora es vocal de la junta nacional de CECO y se gana la vida repartiendo suerte en la ONCE. José Antonio, Gloria y cerca de 80 personas más convivirán durante una semana en el Colegio Reina Victoria de Madrid para compartir juntos la JMJ. Y no se olvidan de los voluntarios. «Cuando nos brindan su ayuda te hacen sentir especial. Te das cuenta de que hay gente buena. Y se crean vínculos de amistad y de cariños», relata.
No es necesario hacerles la pregunta: ambos peregrinos se adelantan. ¿Cómo se vive un acto de este calado desde la invidencia? «No veremos físicamente, pero sí con el corazón. Vamos a encontrarnos con gente con la que compartimos una misma fe y con las que sorteamos las dificultades de la vida». «Tendremos más incomodidades, pero no nos importa», dice José Antonio. «Lo viviremos como cualquiera que tenga una espiritualidad, unas creencias y un planteamiento de vida. Comparado con el hecho de compartir nuestra fe durante estos días, la invidencia es un mal menor», añade.
✕
Accede a tu cuenta para comentar