Historia
Jackie se confiesa por César Vidal
Jacqueline Kennedy fue durante años el paradigma de la elegancia y la clase en una mujer. La editorial Hyperion ha publicado sus opiniones secretas
P oco después del asesinato del presidente John F Kennedy en Dallas, su viuda, Jacqueline, tuvo la suficiente presencia de ánimo como para sobreponerse a un dolor que atenazaba a toda la nación y comenzar la labor de preservar el legado de su marido. En enero de 1964, en colaboración con Robert F Kennedy, hermano del difunto así como antiguo miembro de su gabinete y futuro candidato presidencial, aprobó un plan de Historia oral. El proyecto consistía en recoger los recuerdos de personas vinculadas al presidente que pudieran relatar las experiencias por las que habían pasado.
Jacqueline no se iba a someter al proyecto y, a decir verdad, se negó resueltamente a contar su visión de lo sucedido. Sin embargo, la insistencia de las personas que participaban en aquella labor acabó convenciendo a Jackie para que en el mes de marzo se colocara delante del micrófono. Frente a ella iba a tener a Arthur M. Schlesinger Jr., quizá el historiador más distinguido en Estados Unidos en aquella época. Activista político e intelectual, Schlesinger fue el autor de grandes biografías de personajes relevantes del partido demócrata como los presidentes Andrew Jackson y Franklin Delano Roosevelt, así como de John y Robert Kennedy. Schlesinger fue un teorizante del ejercicio del poder presidencial en el s. XX – quizá no de la mejor manera, todo hay que decirlo –y, por añadidura, había servido como ayudante especial del presidente durante el mandato malogrado de JFK.
El resultado de aquel trabajo fueron ocho horas y media de conversación grabada cuyas cintas fueron selladas y depositadas en la Biblioteca presidencial y Museo John F Kennedy de acuerdo con los deseos de Jackie. Durante el resto de su vida, la viuda de Kennedy, que acabó contrayendo matrimonio con el magnate Aristoteles Onassis, se negó de plano a realizar comentarios sobre el tema.
La transcripción y edición de las cintas en ocho CDs ha sido realizada por Caroline Kennedy, presidenta de la biblioteca de la Fundación John F Kennedy, y anotada por el historiador Michael Beschloss, y permite acercarnos a los sentimientos de Jackie y –presuntamente – a las opiniones de JFK sobre personas y situaciones.
Jackie no ocultó la antipatía que sintió por el general De Gaulle, un personaje altivo que parecía resentirse del poder americano y que llegó a confesar que estaba seguro de que el siguiente marido de Jacqueline sería un petrolero. También manifestó la repugnancia que le provocaba Martin Luther King. De manera bien reveladora, su distanciamiento con el dirigente del movimiento de los derechos civiles no se debía a razones políticas –a decir verdad, por esa causa lo admiró al principio – sino éticas. El hecho de que hubiera sabido que King, un hombre casado, era un mujeriego impenitente le causó un profundo asco hacia alguien a quien consideraba un hipócrita moral. Es precisamente en este tipo de juicios donde se ve con más claridad el alma de Jackie.
Su interés por la política era prácticamente inexistente, tanto que, por ejemplo, ante la amenaza de una guerra nuclear lo único que ansiaba era pasar los últimos instantes al lado de su marido y de sus hijos.
No era, desde luego, ni una feminista ni una mujer empeñada en influir en su esposo. Por el contrario, buena parte de su clase, de su encanto y, sobre todo, de su inteligencia quedan de manifiesto, minuto tras minuto, en su insistencia en ser una buena esposa que apoyara a su marido en su trabajo y cuidara de sus hijos. En su día, fue un modelo para las mujeres de todo el mundo. A varias décadas de distancia, resulta obligado preguntarse si no es un ejemplo más digno de seguir que el que ofrecen personajes contemporáneos como Leire Pajín o Bibiana Aído.
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