Los Ángeles

Denis Villeneuve: «No soporto que los tibetanos parezcan de Los Ángeles»

El realizador adapta en la gran pantalla la aclamada obra de teatro «Incendies», de Wajdi Mouawad

La actriz Lubna Azabal, en la imagen, es una de las protagonistas de la película
La actriz Lubna Azabal, en la imagen, es una de las protagonistas de la películalarazon

Cuando los gemelos Jeanne y Simon asisten a la lectura del testamento de su madre no dan crédito a lo que el notario les acaba de entregar: se trata de dos sobres, uno destinado a un padre que ellos creían muerto y el otro a un hermano cuya existencia ignoran. Ambos se embarcarán en un viaje a Oriente Próximo para descubrir realmente quién era su madre. La película fue candidata al Oscar a la mejor película de habla no inglesa.

-«Incendies» supuso un gran éxito de crítica y público en el teatro. ¿Cómo decidió hacer una adaptación a la gran pantalla?
-Cuando vi por primera vez la obra tuve la misma impresión que con «Apocalypse Now»: me quedé sin aliento. En ese momento supe de inmediato que iba a hacer una cinta basada en ella.

-Algunos podrían considerar un poco osado realizar una película basada en una obra que ya ha sido aclamada en las tablas. ¿Cuánto extrajo del texto dramático?
-La puesta en escena de Wajdi está llena de imágenes teatrales muy potentes, de una belleza rara. No he podido utilizarlas porque pertenecen al alfabeto del teatro, pero sí me he remontado a su fuente para traducirlas al cine. Wajdi me ha dado algunas claves que me han ayudado, como fotos, libros y contactos de personas.

-¿Cómo fueron las negociaciones para que Wajdi aceptara cederle los derechos?
-Accedió después de leer unas cincuenta páginas que le propuse como esbozo. Lo más importante es que me dio carta blanca para hacer lo que quisiera.

-Plantea un conflicto familiar inmerso, a su vez, en conflictos bélicos, religiosos y sociales. ¿Cómo se cocina todo eso en una película?
-Lo más complicado es trasladar la autenticidad del mundo árabe. Siempre me ha molestado que los tibetanos en el cine parezcan ciudadanos de Los Ángeles.

-En ningún momento se menciona el país en el que se desarrolla la trama. ¿Una prueba para el espectador?
-Se trata de algo deliberado que también ocurre en la obra de teatro, que, además, me agobió muchísimo durante la escritura del guión. Soy consciente de que es una apuesta arriesgada, pero «Incendies» pretende ser apolítica e inscribirse en un espacio imaginario, como hizo Costa-Gavras en «Z», para desvincular la película de cualquier idea preconcebida. Antes de realizarla, mis amigos libaneses me advirtieron: «Si hablas con siete personas de Líbano, tendrás siete versiones distintas de un mismo hecho». Así, creo que la trasposición poética es la mejor solución. El objetivo es profundizar en el tema de la cólera.

-Con una historia humana tan cruda de fondo, ¿cómo consigue no caer en los tópicos del melodrama?
-Opté por la sobriedad del realismo puro, y conservé el aspecto mitológico de la obra con la ayuda de la elaboración de luces y sombras. En mi opinión, la emoción no debe ser un fin, sino un medio para lograr el efecto deseado de catarsis.

-El contexto religioso también resulta confuso. Uno ya no sabe quién es qué en este puzle de culturas.
-Las guerras que han agitado la región incluyen hasta diecisiete facciones diferentes, con unas alianzas y unas tradiciones de una complejidad que puede resultar desconcertante para el neófito. Pero para ser fieles a esa realidad había que mantener la complejidad sin que perjudicara a la narración.


El detalle
DE BUENA CASTA

«Soy muy consciente de la materia prima que tenía entre manos». Villeneuve lo ve claro: adaptar a la revelación del teatro contemporáneo de los últimos diez años era partir con ventaja. «Soy realista. Quien haya visto la obra de teatro lo entenderá». Si vive en Madrid, es posible que así haya sido. En 2008, el Teatro Español estrenó la obra en nuestro país.