Kuala Lumpur

Paseos por las nubes

Tras el mirador del Gran Cañón, Taiwán se ha unido a la moda de las pasarelas panorámicas en parajes naturales. A dos semanas de la apertura del paseo de Xiao Wulai, han limitado las visitas por tráfico masivo 

Paseos por las nubes
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Pasarelas para alejar a los viandantes del tráfico, miradores de vértigo en la jungla urbana, los «skywalk» (algo así como los paseos del cielo...) proliferan por medio mundo, ocupando cada vez más espacio en los parajes naturales. Su secreto, la estructura de cristal que facilita la contemplación del paisaje a vista de pájaro. La última, hace apenas dos semanas, sobre la cascada de Xiao Wulai en Taoyuan (Taiwán) acaba de sufrir un recorte en el número de visitas diarias. ¿Qué es lo que fascina tanto de estas estructuras no aptas para quien sufre vértigo? ¿Tienen consecuencias sobre el medio ambiente?
«Imagínense suspendidos a 70 metros de altura», rezan los reclamos publicitarios de Xiao Wulai; un paraje natural que atrae a 20.000 turistas al mes. Fue inaugurada el dos de julio y está pensada para aguantar 8.000 personas a un ritmo de estancia sobre el puente de cinco minutos. Sin embargo, partir de esta semana sólo caminarán sobre las aguas 3.600 individuos al día. La causa, la congestión del tráfico para llegar.
 Ingenieros consultados por este semanario opinan que estas costosas infraestructuras, generadas por intereses privados en lugares públicos, no sólo no suponen ningún desafío técnico, sino que pueden ser un problema medioambiental más que nada por el tráfico hasta la zona, ya que los turistas están obligados a moverse en escasos metros. «Técnicamente en este tipo de estructuras lo más importante es que el suelo sea transparente y que aguante», afirma César Arroyo, arquitecto. Algo en lo que coincide Rosario Martínez, secretaria general de la Asociación de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, «las pasarelas peatonales no tienen ninguna complicación. El peso no es excesivo, aunque tienen mucho impacto en los visitantes en estos paisajes de gran valor».
Reconocen en Taiwán que se han fijado en su hermana mayor del Gran Cañón; el mirador más alto del mundo, a 1.220 metros sobre el río Colorado (la torre más alta del mundo, la Burj Dubai, mide 828 metros). Este paseo de vértigo ha recibido en cuatro años la visita de un millón y medio de personas. En 2010 batieron su récord, 400.000 visitas. Lo más destacable de esta estructura son sus cristales a prueba de balas. Resiste el peso de 800 personas, aunque normalmente pasean a la vez entre 60 y 120 los primeros cristales, de origen alemán, pasaron la particular prueba del equipo de ingenieros, el disparo de un rifle Weatherby situado a 900 metros. Por cierto, en mayo de este año fueron sustituidos por otros manufacturados en Logroño.
Sobre la pasarela de Taiwán es pronto para decir qué consecuencias tendrá para el paraje natural, aunque las autoridades se han asegurado de fletar autobuses para evitar las largas filas de coches. La organización del Gran Cañón, por su parte, afirma: «Trabajamos para no afectar al entorno. Tenemos contenedores de reciclaje alrededor de las instalaciones para plásticos o cartones e impedir, así, que caigan por el barranco, ya que hay mucho viento y lo que cae no se puede recuperar».

 De la ciudad al campo
Estas pasarelas aparecieron en las ciudades en los años 60 en Norteamérica. La primera red de pasillos sobre el suelo comenzó en Minneapolis y la cercana Saint Paul, donde se construyeron más de doce y ocho kilómetros de pasarelas respectivamente. La primera en el ranking desde entonces es el «+15 skywalk» de Calgary (Canadá), con 18 kilómetros de camino y 62 puentes a cuatro metros de altura. Una pasarela cubierta que conecta a los ciudadanos con las zonas comerciales, paradas de taxis o autobuses. Algo que la Oficina de Turismo promociona como uno de los principales reclamos para Calgary. Aunque no es la única en el globo en contar con pasos elevados. La última ciudad en incorporarse ha sido Bombay. La Autoridad de Desarrollo Metropolitano de la ciudad india decidió instalar el primer tramo de una red de 36 líneas en 2008. El objetivo, alejar a los sufridos viandantes del infernal tráfico. Han sido completados 27 tramos y a tan sólo tres años de distancia, las autoridades ya han anunciado que no desarrollará más líneas. Algunos grupos de ciudadanos han protestado, indignados, y la réplica no se ha hecho esperar, la afluencia en algunos puntos es nula.
Poco a poco los rascacielos han ido incorporando miradores en altura para ofrecer a los visitantes una opción más de ocio pasando por caja sin tener habitación. «Se lleva intentando desde hace mucho. En el proyecto original del Rockefeller Center había planificado uno de estos pasillos. Lo que antes era caro, ahora es viable y un valor añadido, el de la peatonalización del espacio», opina Arroyo. Las Petronas (Kuala Lumpur, Malasia) o la torre Willis (o Sears según preferencia) de Chicago son sólo algunos ejemplos a 400 metros de altura.