Crítica de libros
Turmas de mitos por Miguel Ángel ALMODÓVAR
Por el cronista Cieza de León, sobre la patata supimos que era «a manera de turmas de tierra, sin cáscara ni cuesco». Poca cosa. Su llegada a España contó con el éxito inicial de su muy saludable aportación a la dieta de los indigentes hospitalizados en casas regentadas por órdenes religiosas y la propia santa de Ávila se deshizo en elogios hacia el tubérculo, pero su entusiasmo no caló en el común de la población, que durante varios siglos mantuvo prejuicios que asociaban a la patata con diversas dolencias y enfermedades. No fue hasta bien entrado el siglo XIX cuando los infundados temores se fueron disipando y el consumo empezó a ser masivo, pero no pasaría mucho tiempo hasta que el nuevo sambenito de que la cosa engordaba se instalara en el imaginario popular. La patata, que es alimento energético y muy recomendable para casi todo estado, sólo aporta un plus calórico estimable si se prepara frita o guisada, y casi nada si es cocida o asada, pero ese es otro mito que tardará en caer.
✕
Accede a tu cuenta para comentar