Sevilla
El último puente el único río
En un artículo anterior, «Crimen Perfecto» (14-03-2011), habíamos descrito el proceso de división del PSOE andaluz en al menos tres facciones: el chavismo/pizarrismo, artífice de la sucesión de Griñán y luego desplazado en el congreso extraordinario de 2010; el zarriísmo, inicialmente defenestrado en 2009 pero, con altibajos y según las zonas, recuperando posiciones; y, finalmente, el propio núcleo duro del presidente, quien, en su acceso a la secretaría general, aceptó por intuición, o por sugerencia de Ferraz (donde Zarrías tiene despacho), la restitución de determinados dirigentes y corrientes caídos en desgracia hacía años. Al tiempo en Sevilla –agrupación cuantitativamente capital– Griñán se dejó querer por el aparato –distanciándose por tanto Viera de Pizarro– a cambio de avalar la candidatura de Juan Espadas y asumir a Susana Díaz como nueva mujer fuerte. Espadas, por cierto, si no obtiene un mal resultado en mayo, será joven figura a seguir de cerca. Pero volvamos al hueso fracturado en que se ha convertido el socialismo del sur. Lo que menos le convenía era la agitación provocada tras el anuncio de Zapatero de no repetir como candidato, lo cual lo ha situado en el paso obligado para acceder a todo el poder en Ferraz y más cuando la actual dirección federal no parece dispuesta a soltar ni tan neutral ni tan indeferentemente las riendas. Así las cosas, se va dibujando un eje Blanco-Zarrías-Moreno-Griñán que podría decidir el voto por Carme Chacón mientras que a Luis Pizarro y a Manuel Chaves se les supone alineados con Pérez Rubalcaba, es decir, en caso de primarias, la opción felipista en estado puro cada vez con más prisa. Y como no hay tiempo que perder, sólo dos días después del anuncio de retirada de Zapatero se va Luis Pizarro, quien, en realidad, no ha dimitido de nada pues ya sabemos que sigue considerando a Chaves el auténtico y único presidente de la Junta. Pizarro se marcha para debilitar aún más a Griñán, para dejarlo aún más en evidencia y más al desnudo en caso de un mal resultado en las municipales, en definitiva, para lanzar la advertencia de que el verdadero PSOE andaluz –el que habrá de decantarse por Rubalcaba– no es el comandado por este socioliberal cursi y con barba de acento madrileño. Claro que, curiosamente, el día siguiente a este portazo, volvían a aparecer nuevos detalles de los negocios del hijo de Manuel Chaves. La guerra civil es ya pues descarnada e impúdica. Y la batalla del Ebro se decidirá en las urnas el próximo 22 de mayo, último puente del único río que le queda a José Antonio Griñán.
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