Castilla y León

«El empresario castellano y leonés tiene que entender que el negocio está en lo global»

Como pasa en cualquier guerra, la peor parte, además de los civiles, se la llevan los soldados de infantería.

«El empresario castellano y leonés tiene que entender que el negocio está en lo global»
«El empresario castellano y leonés tiene que entender que el negocio está en lo global»larazon

En esta crisis que tantas conversaciones de bar nos arregla, las pequeñas y medianas empresas son las que se han llevado casi todos los disparos. Lo único que sabemos es que seguimos en primera línea y aguantamos como podemos, aunque algunos no espabilen y miren hacia otro lado, quizá esperando que el pensamiento mágico concilie los hechos con sus deseos:
«En mayo de 2010, al presidente del Gobierno la realidad le cae encima. No le quedaba más remedio que tomar medidas. Poco a poco, se han tomado decisiones, pero me atrevería a decir que se llevan a regañadientes…»

– Suele pasar con todo aquello que es necesario, como ir al dentista.
– Sin embargo, quizá esas reformas no se estén haciendo con la velocidad y profundidad que demanda la actual situación. Es consecuencia de haber negado las evidencias. A los sindicatos también les ha pasado, en cierto modo.

– Ahora ya habéis llegado a acuerdos con ellos.
– En ese sentido, debo decir que el Gobierno se ha trabajado la necesidad de hacer cambiar de opinión a los sindicatos antes de que entráramos nosotros en la negociación. Ahora estamos todos convencidos de la reforma.

– Pero da la sensación de que no deja contento a nadie.
– Por ejemplo, el último de los acuerdos no profundiza en algunos casos de nuestra realidad, aunque hayamos llegado a unos mínimos que nos han permitido rubricarlo. Tal vez nos faltase entrenamiento para firmar. El próximo acuerdo lo haremos mejor.

– Eso de negociar es jodido. Ni siquiera nos ponemos de acuerdo en si es mejor Mourinho o Guardiola.
– Yo cuento con una ventaja. La vida empresarial te curte bastante, pues te da la capacidad de negociación, a la fuerza. A fin de cuentas, te pasas el día haciéndolo, desde los bancos hasta tu propia familia.

– Los sindicatos sí que son expertos en negociar.
– Son duros, en efecto. Lo que ocurre es que, en este tipo de negociaciones, si no vas con afán de acuerdos, es muy difícil llegar a ellos. Hay que pensar qué necesita España y qué podemos aportar cada uno, sabiendo que no siempre tenemos razón. Y el gobierno y los sindicatos también han tenido esa actitud.
La mañana ha amanecido gris y lluviosa, plena de optimismo. Hemos quedado en las impolutas oficinas de la CEOE con Jesús Terciado, presidente de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme). Este abulense simpático, dueño de una empatía que cala a la primera, no duda en contestar cualquier pregunta, siempre esbozando una sonrisa. Licenciado en Ingeniería Agrónoma, es también presidente de la Confederación de Organizaciones Empresariales de Castilla y León (Cecale) y de la Confederación Abulense de Empresarios (Confae).
«Mi padre era de Villarejo de Salvanés y mi madre de Teruel. Mi padre estudio Ingeniería Técnica Agrícola y ganó oposiciones al Catastro. Fue muchos años el funcionario más joven de su profesión. Primero fue destinado a Teruel, donde conoció a mi madre».

– Ambos acabaron en Ávila.
– Le ofrecieron allí un puesto y lo aceptó. Quería estar cerca de Madrid. Allí nació mi hermano mayor. A mi padre le gustó la ciudad y además encontró gente tan emprendedora como él. A pesar de ser funcionario, hacía negocios.

– Y acabó siendo presidente de la Diputación.
– Jamás le había interesado la política, más allá de lo normal, hasta que, en 1979, Feliciano Blázquez, ese gran seductor, le tiró los tejos. Contra pronóstico, ganó las elecciones y gobernó en minoría con el PSOE y el CDS. Fue un gobierno de consenso que funcionó muy bien.

– ¿Qué te enseñaron tus padres?
– Mi padre falleció, pero mi madre aún vive. Eran dos personas de un intenso sentimiento religioso, de misa casi diaria, sobre todo mi madre. Nos inculcaron, pues, los valores cristianos: el trabajo, la familia, la responsabilidad…

– También el de ser emprendedor.
– Mi padre estaba continuamente pensando en nuevas ideas. Desde una humilde gasolinera, su trabajo y responsabilidad fueron creciendo, porque no dejaba de esforzarse. Además de cumplir con su cometido en Hacienda, las tardes le daban mucho de sí.

– Y seguiste ese camino.
– Creé una empresa de ingeniería agrícola con compañeros. Al principio nos dedicábamos solo a la ingeniería, pero ya nos hemos diversificado hacia seguros, topografía, valoraciones… Luego están las empresas familiares, aunque antes trabajé por cuenta ajena.

– ¿Este país es generoso con los emprendedores?
– Creo que no. España no reconoce el riesgo que supone una aventura empresarial. Quizá es demasiado recelosa con los que, desde una actividad empresarial, van progresando y creando riqueza, tanto para ellos como para los demás.

– ¿Ese cliché va cambiando?
– Lo va haciendo, sí, pero poco a poco. En los últimos años del siglo pasado, mejoró la situación, gracias a la bonanza económica, borrando el cliché del puro y la chistera. Ahora se ha estropeado de nuevo, por culpa de los problemas económicos que ha traído la crisis.

– Y parece que el fracaso no se perdona.
– En el mundo anglosajón, quien no ha fracasado al menos una vez no tiene valor en la sociedad, pues no ha aprendido. Sin embargo, en nuestra mentalidad no es así. Y eso es lamentable.

– ¿Y qué hacer para cambiar esa imagen?
– A raíz de la crisis, hemos exigido que se tomaran medidas para facilitar los ERE y así poder tener más flexibilidad para adaptarnos a la situación. También pedíamos medidas de recorte del gasto corriente. Reformas estructurales para crear empleo…

– Son medidas impopulares.
– Cuando exigíamos esas medidas, el ataque de los políticos y los sindicatos fue notable. Esos ataques se centraron injustamente en nuestro presidente de entonces, Gerardo Díaz Ferrán. Al final quedó cierta sensación de descrédito que afectó a todos los empresarios. Esa imagen cambiará en breve.

– Quizá también haya que empezar a cambiar de mentalidad, tanto empresarios como trabajadores.
– Es probable que haya que ir poco a poco, pero sin parar. La dificultad que tienen los partidos para hacer estas reformas es que la sociedad tiene adquiridos una serie de beneficios sociales que hay que pagar. Y en un país donde ha habido una actividad económica suficiente hemos podido sostenerla. Ahora no es posible.

– Pero, es duro tener que renunciar a parte de esos beneficios.
– Va a haber que convencer a la gente de que las pensiones tendrán que ser menores y de que en el sostenimiento de la sanidad pública habrá que hacer una segmentación, a ver quién puede pagarla y quién no. Creo que es ineludible. El bienestar social va a transformarse.

– ¿Por qué no se habla tanto de crear empleo?
– Cuando se empezó la reforma laboral, la deslegitimación de nuestra propuesta era que los empresarios queríamos despedir gratis o más barato. Pero un empresario es un empleador. También queremos que el empleado sea empresa. Lo que defendemos es crear empleo y la productividad del mismo modo.

– ¿Eso se lo cuentas a tus colegas?
– En ello estamos. Si creemos en un modelo en que la productividad tiene una parte importante en la negociación, tenemos que ser capaces de que nuestra empresa tenga transparencia para que los trabajadores sepan ver con quiénes están negociando.

– Es el modelo anglosajón, más razonable.
– Durante años hemos tenido dificultad a la hora de discriminar entre trabajadores buenos, medios o malos. Es una rémora que tenemos y que hemos querido cambiar. Parece que el puesto de trabajo ya se merece el salario, no el trabajo eficaz. Todos tenemos que cambiar.

– E innovar, pues.
– Hay que estar permanentemente innovando en todo, incluso en tu relación con los trabajadores. En mi caso, he procurado que hubiera incentivos de productividad. A los trabajadores puede que no les guste que unos cobren más que otros, pero ahí está el resultado. El mejor cobra más.

– Se trata de tomar decisiones.
– Agustín Díaz de Mera, castellano y leonés por derecho, decía que gobernar es priorizar. Y la última decisión la tienes que tomar tú, como empresario. Eso sí, el diálogo es necesario, porque a veces gente que trabaja día a día en la empresa te abre los ojos…

– ¿En esta crisis nos ha faltado ser precavidos?
– Mira, hace diez años, en una conferencia, oí decir que España estaba perdiendo competitividad y que nos estábamos gastándonos lo mismo que ingresábamos. Es decir, no estábamos haciendo políticas anticíclicas, sin ahorrar. Y por eso estamos como estamos…

– Se apostó por un modelo, el ladrillo, que se demostró pésimo…
– La evidencia es que sí, aunque ahora nos echamos culpas unos a otros. La realidad es que en la crisis todos hemos tenido parte de culpa. Había disponibilidad de los ayuntamientos y las comunidades autónomas para ofrecer suelo y obtener ingresos. Casi nadie dudaba.

– A veces eran negocios ciertamente dudosos.
– Sin duda. Había oportunidades y dinero porque las entidades de crédito también obtenían liquidez en mercados internacionales para invertir en el suelo. Aquello duró mucho tiempo. Y la avaricia rompió el saco...

– A nadie le obligaron, por ejemplo, a hipotecarse de por vida.
– Así es. Aunque no es menos cierto que a muchas entidades bancarias llamaban a los promotores ofreciéndoles una oportunidad de suelo y su ayuda si se metían en ella. Competían entre sí en créditos y buscaban a los promotores. Eso se ha terminado.

– La libertad implica también responsabilidad.
– Soy de la misma opinión que tú. En mi caso, endeudarme era fácil. Me contaban películas de que algunos pisos se iban a vender fácilmente, pero dije que no y al final no me he hecho rico. Hubo advenedizos en el sector de la construcción que luego se han quedado en la ruina.

– Los bancos cortado el crédito.
– Y han pagado justos por pecadores. El dinero que tienen se lo prestan a las administraciones públicas. Además, en mercados internacionales ya no confían en nosotros. Eso ha afectado a las partes más débiles de la cadena, como las Pymes.

– ¿La crisis es también moral?
– Quizá pareciera muy fácil hacerse rico. Casi todos los negocios ganaban dinero y había préstamos muy baratos. Muchos jóvenes, sin haber acabado la carrera, se marchaban a poner ladrillos para ganar mucho dinero. Eso ha hecho que la cultura del esfuerzo, por ejemplo, no se valorase.

– También se ha detenido la inversión en I+D+I.
– Una empresa que está sobreviviendo difícilmente puede invertir en ello. Otra cosa es innovar y tener imaginación, como un nuevo modelo o un nuevo etiquetado… En Castilla y León, por ejemplo, se mantiene la apuesta del tres por ciento del presupuesto dedicado a I+D+I. Pero no ha crecido.

– ¿Y tu trabajo en Cepyme?
– Estoy satisfecho. Tanto Díaz Ferrán como Juan Rosell han defendido a las Pymes. Me anima saber que cuento con respaldo para defender a los autónomos, entre otros.

– Hay quien sostiene que en Castilla y León hay poco emprendedor…
– El mercado es cada vez más global. Es por el que debemos apostar. En la comunidad tenemos la dificultad de un mercado un tanto disperso y endogámico. La relación entre las provincias tiene que cambiar para pensar en esa clave.

– Por lo tanto, hay que pensar como una comunidad.
– Y partir de ahí pensar en un país y luego en el mercado internacional. Más de tres mil quinientas empresas castellano y leonesas se han atrevido a exportar. Es lo que les ha permitido sobrevivir. Es la línea que intentamos promover.

– ¿Qué haces con tu tiempo libre?
– Me dedico a la familia. O a los amigos, tomando una caña con ellos, pues en Ávila somos muy de cañas. A lo mejor algún día hago deporte, pero ya he perdido la costumbre. Los fines de semana me gusta ir a cazar. Hago caza menor en una finca que tengo y a veces voy a alguna montería...

– Allí se hacen muchos negocios, como nos contó Berlanga en La Escopeta Nacional…
– Trato de descansar. Antes estaba todo el día trabajando. Sábados y domingos incluidos. Pero es verdad que, cuando acudes a una montería, rara es la vez que no te sale alguna historia…

– ¿Tus hijos han comprendido tus esfuerzos?
– No queda otra. Los fines de semana los paso con ellos. Sobre todo, con el pequeño, porque las mayores están estudiando e independizadas. Tenemos una relación muy cotidiana. Es difícil, pero se consigue.

– Siempre ha sido así...
– Cuando me llega un padre y me dice que hace los deberes con sus hijos, no me cuadra. Ni yo los hago con los míos, ni los hice con mis padres. A un padre tienes que tenerlo cuando lo necesitas, no todo el día dando la paliza… Qué horror…
Los hechos nunca se adaptan a nuestros deseos. Los hemos sabido cualquier noche, mientras perdíamos la vida por un rastro de carmín. Y en la vida sólo puede sobrevivir el que mejor se adapta, no el más fuerte. Con estos principios, y cargados de optimismo, debemos tirar hacia delante, pues el precio de hacernos mayores es saber que hay que renunciar a unas cuantas cosas. Todos. Algunas de las propuestas de este abulense parecen ir hacia esa modernidad que tanto nos está costando alcanzar, pero a la que llegaremos, no lo duden. Más nos vale. Recuerden que, pese a todo, las guerras terminan. No es un consuelo, lo sabemos. Pero sí es un hecho. Y el día, se lo hemos dicho, es propicio para el optimismo…


Su visión de la crisis
«Había oportunidades y dinero porque las entidades de crédito también obtenían liquidez en mercados internacionales para invertir en el suelo. Aquello duró mucho tiempo. Y la avaricia rompió el saco...»
Cambio de mentalidad
«En el mundo anglosajón, quien no fracasa al menos una vez no tiene valor en la sociedad, pues no aprende. Sin embargo, en nuestra mentalidad no es así».
En sus ratos libres
«Me dedico a la familia. O a los amigos, tomando una caña con ellos, pues en Ávila somos muy de cañas. A lo mejor algún día hago deporte»
Como padre
«Ni yo hago los deberes con mis hijos, ni los hice con mis padres. A un padre tienes que tenerlo cuando lo necesitas, no tenerle todo el día dando la paliza... Qué horror»
 



De cerca
Un libro. Mi vida, de Golda Meir
Una música. Dire Straits
Una película. Novecento, de Bertoluci
Un lugar. Dos: Ávila y el Mediterráneo
Una virtud. Ser buena persona
Un defecto. Política incorrecto