Extrema derecha

El último órdago de Le Pen

El último órdago de Le Pen
El último órdago de Le Penlarazon

PARÍS- Mientras los dos finalistas a la Presidencia de Francia se disputan el 17,9 % de votos obtenidos por Marine Le Pen en la primera vuelta, la ultraderechista, molesta por la manera en que tanto Nicolas Sarkozy y François Hollande corren tras sus seis millones y medio de electores, envió ayer a ambos una llamada de atención. En una carta abierta, la dirigente del Frente Nacional (FN), que alimenta el misterio sobre la consigna de voto que dará el próximo 1 de mayo, si bien admite no ser propietaria de los sufragios recabados el pasado 22 de abril, sí estima tener el deber de defender «el honor de mis electores y pedir que cesen de despreciarlos. Vuestra actitud hasta ahora hace ilegítima la búsqueda de esos votos», denuncia en el documento, al tiempo que juzga inadmisible que los candidatos interpreten su éxito en las urnas como un «voto de crisis», de «desesperanza», «de extrema derecha» o «xenófobo».

Es la tesis que sostiene el conservador Nicolas Sarkozy, que ayer insistió: «No hay uno solo de sus electores que creyera que Marine Le Pen tenía una posibilidad de convertirse en presidente de la República», reiteró justificando así su derecho a convencer a esos millones de franceses que decantándose por los extremos manifiestan, según él, «algo sobre la cuestión de las fronteras, la nación, la identidad francesa o el modo de vida». Su estrategia consiste en negar que se trate de un voto de adhesión a la candidata de la ultraderecha, que será el árbitro del duelo de la segunda vuelta y con la que descartó pacto alguno. Por la mañana, Le Pen, que un día tras otro pone en entredicho la sinceridad de Sarkozy, exigió del candidato-presidente que se posicionara sobre cuál será la consigna de su formación, la UMP, en caso de un duelo entre un miembro del Partido Socialista (PS) y del FN en las legislativas. Sarkozy esquivó pronunciarse argumentando que la cuestión no se plantea, pero recalcó que en caso de triangulares entre el PS, el FN y la UMP, el representante de su partido se mantendrá siempre, descartando una vez más cualquier atisbo de acuerdo con la extrema-derecha.

Esta vuelta de tuerca en su campaña preocupa a los más centristas dentro de la UMP, para quienes Sarkozy habría traspasado algunas líneas rojas en detrimento de los electores de François Bayrou. De hecho, el candidato malogrado del MoDem, cuyos electores (9,3%) son igualmente decisivos, ya ha tomado sus distancias. En otra carta dirigida a los finalistas, Bayrou, que dará a conocer su consigna de voto tras el debate del día 2, previene que juzgará «tanto la actitud personal como los programas» y lamenta la «violencia» reinante en esta entre-vuelta, así como «la complacencia hacia los extremos que caracterizan a nuestro país».

 

Un ensayo general para el GRAN debate
Hollande no recogió el guante que le lanzó Sarkozy y, finalmente, los franceses se tendrán que conformar con un solo debate entre los dos aspirantes a ocupar el Elíseo los próximos cinco años. El duelo se celebrará el próximo 2 de mayo y será la única ocasión en que Sarkozy y Hollande tengan que defender cara a cara sus propuestas para Francia. Ayer, como un pequeño aperitivo, los dos candidatos se encontraron en un programa de televisión. Aunque no coincidieron en pantalla en ningún momento, concedieron dos entrevistas de manera consecutiva en un espacio de máxima audiencia. A poco más de una semana de la gran cita con las urnas, los franceses miran con lupa las intervenciones de Sarkozy y Hollande.
 

Hollande, candidato «peligroso»
Pese a que los sondeos siguen apuntando a una probable victoria de Hollande, cada vez son más las voces críticas que dudan de las bondades de sus propuestas y cuestionan su talla política. La revista «The Economist» se suma a esta corriente y asegura que «nada demuestra que tendrá el coraje para mejorar una Francia que vive sus horas más bajas desde 1981». Además, el semanario defiende que «sus respuestas a la crisis son pobres» teniendo en cuenta la gravedad de la situación económica.