La Rioja

«Una máquina me cortó la mano»

Las amputaciones o aplastamientos con máquinas y guillotinas son algunos de los accidentes laborales que tiene lugar cada día. Las intervenciones quirúrgicas resultan cada vez más eficaces y la mayoría de los pacientes recobra por completo la sensibilidad 

«Una máquina me cortó la mano»
«Una máquina me cortó la mano»larazon

Poder contarse los dedos de las manos es su principal ilusión tras el reimplante. Alrededor de 6.000 personas se amputan algún miembro del cuerpo al año. Un 36 por ciento de estas amputaciones son a causa de accidentes laborales.

Rosa Torrecilla sólo tenía 20 años cuando una guillotina de papel le amputó los cuatro dedos de la mano derecha. «Entró en el hospital MAZ de Zaragoza con un muñón envuelto en papel», asegura el doctor Pedro Marquina, encargado de la operación. «Yo sólo era un jóven residente en aquel momento y, por las circunstacias tuve que enfrentarme a tomar la decisión de operar o no», comenta. Rosa se convirtió así en la primera reimplantada de España. Con el susto, Rosa dejó su mano amputada en su lugar de trabajo, y tuvo que ser una ambulancia la que fuese a recogerla, ya que nadie se atrevía.

«Estuve en quirófano 14 horas y 20 minutos», explica Rosa. Tras un mes ingresada y un año de rehabilitación, Rosa ha tenido una vida normal. «He tenido dos hijos, los he bañado y todo», comenta la paciente. «He trabajado en una empresa de cableado, coso con la mano ``mala´´ los trajes de jotas de mi hija y he empezado a hacer bolillos», argumenta Torrecilla. «De hecho en esa mano tengo más sensibilidad que en la otra ya que tengo la piel más fina y noto más el calor y el frío» finaliza.

«Mi mano fue aplastada y arrancada», comenta César Agustín Vega, otro paciente reimplantado. Este riojano trabajaba con una máquina de inyección en un taller, «mi mano pasó por un lugar por el que sólo cabía un papel de fumar», finaliza. César es de Arnedo, La Rioja, y tuvo que desplazarse hasta Zaragoza para el reimplante. «Estuve nueve horas y media en el quirófano, y tuvieron que quitarme carne del muslo para reconstruir la mano, debido al estado catastrófico de ésta», explica Vega. «El doctor Marquina lo vió muy difícil en un primer momento a causa del estado de mi mano –continúa–, pero cuando desperté me explicó que todo había salido bien». «La rehabilitación la pude hacer en casa», comenta, «pero fueron ochos meses duros, ya que tenía que mover falange por falange», finaliza. César ha perdido un hueso del carpo, pero su recuperación ha sido total. «Tengo una pequeña huerta y puedo trabajar en ella sin problemas, cojo la motosierra y numerosas herramientas», explica Vega. En cuanto a la sensibilidad, reconoce que la ha recuperado por completo.

Marquina explica las dificultades de estos reimplantes ya que, según el experto, «cada nervio tiene el grosor del alambre de un clip y se cosen con hilos más finos que el cabello humano». El futuro profesional de Marquina cambió tras la operación de Rosa, convirtiéndose en uno de los médicos más reconocidos en este tipo de intervenciones. De hecho, ambos pacientes sienten admiración por él, resaltan su profesionalidad y le agradecen la obra de arte que ha hecho con ellos. Sobre el fututo de estas intervenciones, Marquina explica que «estamos encaminados hacia la fabricación de órganos del propio paciente a través de células madre». Entre las nuevas técnicas está el uso de gafas-lupa, que facilita la visión de cualquier nervio, el reimplante de dedos de los pies en las manos o la creación de prótesis de cobalto que no necesitan ligamentos.
 

De interés para los afectados:

Hospital de la MAZ
Correo electrónico: maz@maz.es
Teléfono: 976 748 000

Asociaciones de Amputados
Adaepis: 652 824 534 / www.amputados.com
Andade: 685 812 946 /
www.andade.es