CRÍTICA DE CINE / «Piraña 3D»: Arte caníbal a lo bestia

Cuando no era más que un adolescente cinéfago, Joe Dante publicó un artículo titulado «Dante's Inferno» en la revista «Monsters of Filmland», fundada por el coleccionista Forrest J. Ackerman. Era una especie de canon occidental del cine basura que Dante completó años más tarde, concretamente en 1968, con su monumental recopilación de siete horas de trailers de películas de serie Z, «The Movie Orgy». No hay ninguna duda del genuino paladar psicotrónico del director del «Piraña» original, ni tampoco de su conocimiento de cómo hay que degustar el cine basura («Matinée» lo explica con un cariño contagioso). Por eso parece evidente que Alexandre Aja era el mejor candidato para rendir homenaje a las películas de autocine sin traicionar en absoluto el material de partida de Dante. Porque «Piraña 3D» es puro arte caníbal, un festival «gore» que se queda en topless a la primera de cambio, la sincera y lúdica celebración de una manera de hacer cine arcaica y prosaica. Es difícil que alguien llegue más lejos que Aja en ese demente y prolongado clímax final en el que confluyen una horda salvaje de peces prehistóricos, el rodaje de una cinta porno y las fiestas de Pascua, regadas en alcohol de quemar y sexo sin protección, de un lago convertido en trampa mortal. ¿No les parece que cualquier película en la que dos pirañas se peleen a muerte por devorar un pene merece un rendido aplauso?