Estrellas globales

En la última década del siglo XX Michael Jordan se convirtió en el primer deportista realmente global de la historia. Sus mates y sus zapatillas eran visibles en cualquier parte del planeta. La mítica frase de The Beatles –«Somos más famosos que Jesucristo»– también la pudo pronunciar «Air». En los últimos diez años, el monopolio del mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos ha pasado a la historia. Los más grandes, las estrellas de verdad, lo son a nivel mundial. Sus victorias y sus récords no se ciñen a su país de origen.

Usain Bolt, Michael Phelps y Roger Federer ocupan el podio de megaestrellas del nuevo siglo. Son estrellas universales y en los tres casos han dominado o dominan sus disciplinas con una autoridad desconocida. Los tres han reabierto el debate sobre si son los mejores de la historia en sus respectivos deportes.

El velocista jamaicano y el nadador estadounidense representan la versión más evolucionada sobre el tartán y en la piscina. Ambos se han adelantado varios años a su tiempo con unas marcas que los expertos situaban en otra década. Sus récords del mundo y sus medallas pertenecen al futuro. Además, Bolt entiende el atletismo como algo que va mucho más allá de ponerse en los tacos de salida y ser más rápido que nadie. No se trata sólo de correr: él es un «showman». Sabe que tiene un público y se debe a él. Phelps se limita a nadar en cualquier distancia y en cualquier modalidad y casi siempre gana.

Federer peleaba contra la historia hasta que se topó con Nadal. Pero es que la dimensión del suizo no se mide en títulos o en la posición que ocupe en la clasificación de la ATP.

No se trata de ganar de cualquier manera. Si se puede hacer con un plus, hay que hacerlo. Así lo han entendido algunos de los más grandes, como el alemán Michael Schumacher en Fórmula Uno; Lance Armstrong y sus siete Tours; Kobe Bryant y sus cinco anillos; Valentino Rossi y sus nueve títulos mundiales; Kenenisa Bekele y su dominio en las pruebas de fondo... Estrellas de todos.