Afganistán

Superhombres de ciencia-ficción para las Fuerzas Armadas de 2020

Una «segunda piel» cubierta de escamas que se activan antes de recibir un impacto de bala, o unos brazos y piernas que multiplican la fuerza humana, entre los proyectos que pronto pasarán del laboratorio al campo de batalla.

Superhombres de ciencia-ficción para las Fuerzas Armadas de 2020
Superhombres de ciencia-ficción para las Fuerzas Armadas de 2020larazon

Un vistazo a los proyectos de tecnología militar actuales nos puede avanzar cómo serán las Fuerzas Armadas en el futuro, no tan lejos de las imágenes futuristas de las películas de ciencia-ficción.

Las iniciativas en materia militar tomadas por el Congreso de Estados Unidos ya trabajan en el soldado del 2020. En el marco del programa «Sistema de Combate del Futuro» los militares no sólo contarán con mejor armamento, sino con una protección individual superior y con un ordenador de a bordo.

Pero los avances más espectaculares los encontramos en materia del rendimiento individual de cada soldado. Diferentes programas trabajan en complementos robotizados para darle más fuerza a los brazos y más velocidad y resistencia a las piernas.

Futuro inmediato

Las campañas de Afganistán o Irak han servido de lección para la industria armamentística. En terrenos o climas adversos, un equipo que a menudo supera los 55 kilogramos es una importante barrera para cualquier traslado. La propuesta para el futuro no supera los 22 kilogramos gracias al uso de nuevos materiales.

La «armadura» integrada en los nuevos uniformes absorbe el impacto de una bala mejor que los actuales chalecos antibalas. La protección, con forma de concha, queda a cinco centímetros del cuerpo del soldado, por lo que si recibe un impacto de bala, la fuerza se distribuye más uniformemente disminuyéndose lesiones como la fractura de costillas.

Ordenadores integrados

Los sistemas informáticos propuestos para el futuro convierten a cada soldado en parte de una red local sobre la que poner en práctica cualquier táctica.

Los soldados compartirán los datos con vehículos, aeronaves y otras tropas. «Si un helicóptero Apache se adelanta a sus movimientos, puede enviarles en tiempo real el vídeo grabado del enemigo con que se encontrará», explica Jean-Louis DeGay, del Centro de Sistemas de Soldado.

El ordenador de a bordo supervisaría también la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca, si el combatiente está de pie o boca abajo, y la cantidad de agua que el soldado ha bebido», dijo DeGay.

Un médico, que puede estar a kilómetros de distancia, ahora será capaz de diagnosticar y tratar a un militar que esté a punto de sufrir una insolación, sin necesidad de verlo físicamente. Un mapa dirigirá al paciente hasta encontrar la ayuda necesaria.

Trajes inteligentes

La nanotecnología se refiere a la creación de dispositivos o sistemas con un tamaño a escala reducida de 100 nanómetros o menos. Un nanómetro es una medida equivalente métrico a una mil millonésima de un metro.

«Lo que esperamos obtener de este programa es una armadura que se lleva como cualquier prenda pero impregnada con nanomáquinas conectadas a un ordenador de a bordo. Entonces, cuando se dispara una bala en el sistema uniforme, normalmente es flexible hasta que se detecta la agresión y se vuelve rígida», explicó el experto.

Uniforme robotizado

El programa «Guerrero del Futuro» trabaja en los avances para 2015-2020. La principal propuesta es el esqueleto «HULC», diseñado para aumentar la fuerza de los soldados y la movilidad en terrenos irregulares. Es un sistema modular compuesto por una unidad de la mochila sobre el hombro.

Máscaras protectoras

Más de la mitad de todas las lesiones a las tropas estadounidenses se deben a las explosiones, y un gran porcentaje conllevan daños en la cabeza. Mientras que los cascos ofrecen cierta protección, las ondas expansivas se pueden transmitir al cerebro del soldado a través de su rostro.

Según las pruebas realizadas el estudio, las lesiones con o sin casco apenas diferían, pero con el uso del casco y el complemento de la máscara, los daños se reducían sensiblemente.

La compañía «BAE Systems» desarrolló en 2008 un sensor montado dentro de los cascos de los soldados que indica cuándo se ha recibido la fuerza suficiente para causar una lesión en el cerebro, una circunstancia que, en ocasiones, no siente el propio afectado hasta pasadas varias horas.