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Lluís Soler pone voz al universo mítico del «Canigó» de Verdaguer
BARCELONA- «Es nuestro Camelot». Así describe Narcís Comadira a «Canigó», el poéma épico de Jacint Verdaguer, lleno de reyes, hadas, misterios, paisajes brumosos con semblante encantado, leyendas titánicas, héroes, fuerzas malignas y todo un territorio que a partir de una mitología personal se expande y captura a quien se acerca sin dejarle escapar. El rey Arturo, Lancelot, Excalibur, Merlín, el caballero negro, ninguno tendría ni el más pequeño papel en este canto épico. ¡Como Camelot! Mucho mejor.
El actor Lluís Soler vuelve a unirse al director escénico Antonio Calvo y al músico Eduard Iniesta para dar forma escénica a la obra de Verdaguer. Primero fue «El comte Arnau», de Josep Maria de Sagarra. Después, «Ens hi ha portat la paraula», basado en la poesía de Vinyoli. El año pasado se atrevieron con «L'Odissea», síntesis del poema homérico y para esta temporada se han reservado el plato fuerte con «Canigó». «Leí el poema inspirado en su paralelismo con "Sueño de una noche de verano", por el choque entre el corte y el bosque. A partir de aquí dejé que la lectura dejase su poso y ahora era el momento para acercarlo al espectador y hacérselo agradable a la oreja», señala Soler.
El Teatre Nacional de Catalunya (TNC) acoge del 14 al 26 de diciembre este monólogo escenificado, con música en directo de Iniesta, que ayuda a capturar las palabras y dejarlas a ras de suelo. «El texto era muy musical y casi no le hacía falta añadir ninguna partitura. Me he volcado más en marcar las diferencias entre el mundo terrenal y el mágico y marcar así un contexto que acompañe al espectador y lo acerque más al poeta», señala Iniesta, que ha utilizado sobre todo instrumentos de cuerda para estar más acorde con el espíritu de la época.
Escenario sencillo
La puesta en escena de Calvo enfatiza el lado misterioso del relato, en un ambiente oscuro en el que la palabra roba todo el protagonismo, con Soler como genial prosoda que hace atractivo y cercano un texto complejo. La adaptación ha conseguido reducir los 4.334 versos del poema en poco más de mil, lo que llena de tensión el texto. «Yo no conocía el poema, pero he alucinado con esta auténtica joya. No sé por qué no se exporta más. Los versos tienen un poso telúrico y extraño que es lo que me atrajo. Es lo que he intentado levantar», señala Calvo.
Un espectáculo a tres bandas
La producción del montaje se ha producido a tres bandas, entre el TNC, el Canal, Centre d'Arts Escéniques de Salt, y el Théàtre de l'Archipel de Perpiñán. El estreno fue ayer en el teatro de la localidad francesa, que dirige Domènech Reixach,que inició el proyecto hace más de una década junto a Narcís Comadira. La representación acabó con el aplauso unánime del público. Mañana le tocará el turno al Teatre de Salt que dirige Salvador Sunyer, dentro del Festival Temporada Alta. El TNC recogerá el relevo a la espera de una futura gira.
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