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Más víctimas inocentes por Francisco Pérez Abellán

Se ha contabilizado el peor año de crímenes en el que los padres han matado más hijos pequeños que nunca. 2007 fue en su momento sorprendente porque se alcanzó la decena de muertes de menores a manos de sus padres, pero 2010 ha duplicado la cifra, siendo con mucho el peor año que registra aumento de muertes de menores a manos de sus padres.

En diez años, desde 2000, casi setenta niños han sido asesinados por sus padres en España
En diez años, desde 2000, casi setenta niños han sido asesinados por sus padres en Españalarazon

En diez años, desde 2000, casi setenta niños han sido asesinados en España por sus padres, muchos de ellos víctimas de conflictos sentimentales de pareja.

Un vicio frecuente es el detectado entre las parricidas cuando dan muerte a sus hijos para causar dolor a los maridos que las han despechado. Las nuevas Medeas matan a sus retoños en la bañera, ahogándolos tras drogarlos con un sedante o un hipnótico. También los estrangulan en la cama o los asfixian con la almohada. Hay quien produce la estrangulación hasta con el cordón del cargador del teléfono móvil. Hay mujeres que matan a sus hijos para emprender una vida nueva, sin cargas ni obligaciones. Algunas emplean medicamentos de los utilizados para combatir el alcoholismo, que produce una muerte rápida y sutil. Hay hombres que matan a sus hijos para causar dolor a sus esposas porque se proponen abandonarlos. Algunos los apuñalan, o los estrangulan con las manos o los disparan con una escopeta de caza o con un arma ilegal.

Algunos, como la británica que vino a Gerona a matar a sus hijos, llegan de fuera y liquidan a sus retoños para impedir que les quiten la custodia. No obstante no hacen falta ejemplos foráneos, porque aquí mismo, donde menos te lo esperas, hay madres dispuestas a liquidar a sus hijos para restañar viejas heridas sentimentales, como la madre de Valladolid. Matar a los niños es un fenómeno en aumento. La sociedad que juega a ser más tolerante, dialogante, respetuosa con las minorías y con la debilidad, agrede de forma imparable a los más débiles. Los niños están en peligro por las veleidades de padres irresponsables.

A finales de diciembre, se produjo en Denia, Alicante, uno de estos ejemplos terribles. En primer lugar, sorprende la edad del agresor, 35 años. Según la investigación, mató a su hijo de cuatro años de un disparo en la cabeza y luego se quitó la vida con la misma arma. El motivo es que no podía soportar que el pequeño se trasladase a vivir con su madre a Barcelona. El asesinato, al parecer, se produjo por la tarde en el domicilio familiar. Sorprende que por no permitir que el chico fuera a Barcelona lo enviara de forma traumática al otro mundo; y él se fuera al infierno de un disparo.

Lo único que ha obtenido el homicida es el dolor de la madre, la ausencia del niño, la venganza brutal de arrebatarle lo que más quería. Pero nada de esto le beneficia. Nadie dice qué gran tipo este, mira lo que ha hecho, sino qué bruto macho irracional. Por otro lado se acabaron los placeres en su vida. Terminar con la misma existencia además de ser para los católicos un pecado, es para cualquiera un mal negocio. Mientras hay vida, hay esperanza.

Todo empezó con una disputa que acabó en divorcio. La madre es rusa y trabaja en Barcelona. De vez en cuando volvía a la localidad alicantina para ver a su hijo. Lo peor es que no se llevaban bien. La ruptura había sido traumática. La hipótesis es que el varón sufrió un desequilibrio mental que le llevó a matar a su hijo.

Peleas matrimoniales
Al aparecer, el fallecido era cazador. Se ignora si el arma con la que disparó era de su propiedad. Todos estos extremos se investigan, pero el hecho es que se trata de uno de los hechos más tremendos que han engrosado la lista de agresión a niños en el seno de las familias. Los niños como elemento arrojadizo, en medio de algunas parejas, motivo de disputa para otras, ocasión para disparar y desaparecer. No hay beneficiados, sólo heridos de una u otra manera. Y muertos. El tratamiento de la violencia familiar debe enfrentarse desde la perspectiva de qué se gana si se hace tal cosa o tal otra. El maltrato a la mujer solo hace que te ganes el desprecio de la sociedad. Los tiempos no son buenos para el machismo. Si la matas, te ganas el título de «pringao» que lo pierde todo y quizá algún reconocimiento a cargo del más «facha» de la familia que dice que no has dejado que se rían de ti. ¡Pero, «quia», hombre, si todos se ríen del que mata sin beneficio, bebe sin disfrutar o fuma sin tragarse el humo...! El homicida de mujeres es un triste que visita el lugar más escondido de la vergüenza. Y qué decir del de niños: un niño es el ser más desvalido y merecedor de protección. Traicionarlo dándole la muerte es un crimen imperdonable.