Impuestos

Vaya otoño nos anuncian

La Razón
La RazónLa Razón

El Gobierno da miedo. Acongojado me tiene el otoño que Zapatero y sus mariachis anuncian un día sí y otro también. Si repaso los periódicos de estos días, la ministra de Vivienda, Beatriz Corredor, reclama 210 euros a 8.000 jóvenes por las ayudas otorgadas al alquiler de vivienda. Simultáneamente, conocemos que las hipotecas vuelven a subir tras unos cuantos meses de bajadas. El ministro de Fomento, José Blanco, se encargó de reivindicar un aumento de impuestos porque pagamos poco y queremos demasiado. En correspondencia se ha publicado que el Gobierno prepara el terreno para ese incremento fiscal. La ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, tiene intención, antes de irse a competir la presidencia de Madrid con Esperanza Aguirre, de confeccionar una «factura en la sombra» contra el agujero económico sanitario. Tenemos el famoso «copago» a la vista. Por tanto, preparémonos para el ajuste. Eso sí, la Sanidad nos prepara para recaudar más sin que, como es habitual con la política de Zapatero, se produzca ningún descenso del gasto. Antes de cobrarnos más porque nos reciba el médico, porque nos extienda una receta o seamos objeto de una intervención quirúrgica, podían contener el despilfarro y las facturas innecesarias. Porque, como dice mi amigo Rogelio, no se controlan las visitas a los galenos, no hay costumbre de recetar genéricos, bastante más baratos que los medicamentos de las grandes multinacionales, y las recetas gratuitas se reparten con excesiva generosidad a determinados sectores. Mención especial merece el capítulo de los inmigrantes. Unos, porque con la amenaza para los médicos de ser acusados de xenofobia, tienen bula para recibir la «receta roja», la de gratis total, para ellos y para la familia, la de aquí y la de allá. Mientras nosotros, los españolitos de a pie, contemplamos sorprendidos la escena en la farmacia con nuestras recetas, cuando las hay, de color verde, las que deben ir acompañadas del dinero correspondiente. Otros, extranjeros me refiero, porque acuden al chollo de la gratuidad de ciertas operaciones, todas caras, que en su país no son de balde. Todos ellos cuestan un pastizal. Primero, racionalizar el dispendio, después aumentar el ingreso. No se trata de quitarle al que carece de medios. Se trata de eliminar abusos, vengan de donde vengan, antes de sangrarnos más a todos. Parece bastante razonable. Pues como predicar en el desierto. Será un otoño para olvidar. Y no será porque no nos han avisado quienes tienen el BOE en sus manos. En fin que, entre unos y otros, como decía aquel personaje de Pío Baroja, «me encuentro en un estado de irresolución completa». Así es la vida.