Congreso Extraordinario del PSOE
El autogiro
Una de las bobadas más notables de estos días dice que el giro a la izquierda que representa Rubalcaba (¿?) ya ha empezado. Tony Blair, que nunca fue modesto pero sí hábil, sostiene que la gente no es boba, que el votante es muy capaz de percibir la dificultad de algunas decisiones de gobierno pero no perdona la improvisación, la frivolidad y el oportunismo. Ahora que nuestro Gobierno recula en los 110 km/h, recula en el canon digital y finge criticar a los banqueros, empiezo a temer que este currículum de persona seria y coherente que atesora Rubalcaba quede arrasado por el afán del candidato en parecer lo que nunca ha sido. Una de las bobadas más notables que se escuchan estos días dice que el giro a la izquierda que representa Rubalcaba (¿?) ya ha empezado. ¿Por qué? Porque ha criticado a los bancos por conceder hipotecas de riesgo. Vaya, cuánto arrojo demuestra el aspirante, con qué coraje dispara al aire su pellizco de monja. La banca es un ente sin rostro, sin nombre ni apellidos. No conozco un solo político con poder (o aspiraciones serias de tenerlo) que critique a un banquero concreto, o a un rico, aportando su nombre y precisando qué es aquello de lo que le acusa: ¿impericia, ineficacia, codicia, engaño? Rubalcaba habla de «la banca» como Zapatero hablaba de los «poderosos», sin especificar jamás de quién se trataba. Lo peor del discurso no es que esté hueco, es que es falso. Quieren que parezca que se enfrentan a los banqueros pero sin irritar, en realidad, a ninguno de ellos, no vaya a ser que se mosqueen y dejen de apoyar la salida a bolsa de cajas reconvertidas en bancos que andan necesitadas de inversores para cubrir su tramo institucional, por ejemplo. Si el giro a la izquierda consiste en esto, a más de un diputado del grupo socialista le entrará la risa. De memoria andamos flojos, pero en febrero de 2009 estaba anunciada la comparecencia de los banqueros más principales de España en el Congreso para responder por la escasez de crédito. El grupo socialista abortó la comparecencia para no incomodar a los Botín y los González porque a alguna autoridad del Estado le temblaban las piernas. No consta que Rubalcaba (ni él ni nadie) discutiera aquel sonadísimo capote que fue preámbulo de las sucesivas reuniones, entre vino y rosas, que compartieron Zapatero y los banqueros hasta alcanzar el éxtasis en la reunión multitudinaria del pasado marzo, cuando Botín apuntaló la continuidad del presidente mientras el resto exhibía su lista de exigencias al Gobierno; tampoco consta que Zapatero, aquel día, les exigiera nada a todos ellos. Sebastián dijo una vez que al Gobierno se le estaba acabando la paciencia con los bancos y faltó un pelo para que lo enviaran de regreso a la ciudad universitaria. Lo que llamamos «guiños a la izquierda» no son más que apariencias, anzuelos de pega que suenan a 15-M pero que no tienen nada dentro. Con el alfilerazo a los bancos, el candidato camufla la negativa de su grupo a promover la dación en pago. Lo demás son cuentos.
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