Dos años de la victoria del PP

Reformados y penitentes

La Razón
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El siguiente día al más largo del año, víspera de la verbena de San Juan, cuando las jóvenes iban antaño a cortar el trébole mágico, fuimos reformados por decreto ley. A sus 34 años Leire Pajín declaró sentirse cómoda defendiendo desde el PSOE la reforma laboral. Debe ser cosa de juventud, ya que mucho me temo que a la mayoría de los diputados y senadores socialistas les dolieran las entretelas, aunque tan sólo un ex dirigente de CC OO, hoy entre los socialistas, se haya abstenido situándose, ay, junto a las filas del PP y del resto del hemiciclo, salvo los contados noes. Tampoco deja de ser curioso que a Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, quien ha merecido ya la denominación de «Pepito Grillo», la reforma, aplaudida y bendecida hasta por Obama, le haya sabido a poco. Un recurso parlamentario obligará a las formaciones en los próximos meses a retratarse: de frente, perfil o cogote. Lo que nadie puede siquiera imaginar es lo que puede haberle dolido al presidente del Gobierno. El giro copernicano ha de resultar cruento, aunque se le aplauda desde las gradas donde domina Don Mercado, atento estos días a la situación de los bancos franceses, porque los españoles ya dieron todo lo que se esperaba. Y la cancillera de una Alemania penitente se empeña en no aclarar la solidez de los suyos. No es fácil, si no se ha practicado con frecuencia, cambiar el paso. Pero Rodríguez Zapatero lo ha hecho sin reparo, acompañado de sus huestes juveniles. Porque defendió siempre el valor de la juventud frente a la experiencia de valores caducos, como Felipe González, que en pocos minutos le dio baño y sopas con honda. Tal fue la conmemoración del aniversario del linotipista Pablo Iglesias –que nunca habría defendido esta reforma– que se recrudecieron los bulos sobre un inminente cambio de Gobierno. Cuesta creer que alguien pueda defender hoy algo y mañana lo contrario. Pero Don Mercado dictó sus normas y hasta los británicos, ajenos a cualquier seguidismo europeísta, se lanzaron el pasado martes a un programa de recortes sociales e incrementos de IVA que no se los salta un galgo. Pero estos jóvenes políticos conservadores más liberales no llevan en las siglas de su partido la O de obrero, que los socialistas españoles debieran abandonar ya por vergüenza. Pero Rodríguez Zapatero, parte ya de la Europa neoconservadora dominante, ha sabido sujetarse los machos y virar la dirección. El Gobierno ha adquirido, desde sus orígenes postfranquistas, un modelo piramidal; es decir, presidencialista, porque desde Suárez hasta hoy tendemos a reflejar mecanismos estadounidenses, sin algunos de sus defectos, aunque también sin sus virtudes. Vicios del franquismo perduran hasta hoy, cuando nos damos ínfulas de democracia consolidada y de europeos de pro, olvidando que, pese a la velocidad de crucero que alcanzamos, somos unos recién llegados, con 40 años de dictadura a las espaldas que tardarán generaciones en desaparecer. El recuerdo de la Guerra Civil nos distingue aun de las potencias europeas y aun de países que soportaron la invasión y los desmanes nazis que entendieron ajenos y hasta casi combatieron. Aquí, de momento, no dimite nadie. Una de nuestras características es la capacidad de adaptación que hubo de demostrarse en lo que denominaron los historiadores la Transición». Se enseñó que nunca había que dejar el sillón, en cualquier zona de la vida pública o privada, porque a los pocos segundos habría sido ya ocupado por otro. Era una lección práctica que se aprendió y nunca se olvida. Hoy puede servir a la hora de la reforma. Quizá alguno de los millones de parados con los que Don Mercado nos ha obsequiado haya caído en este craso error, porque la penitencia por abandonar un puesto de trabajo es el paro de larga duración. La necesaria contrarreforma que se espera, tras haber facilitado los mecanismos del despido, vendría a ser la fórmula mágica que ha de permitir crear puestos de trabajo con contratos duraderos. Porque al parado lo que menos le importa en estas circunstancias es saber cuántos días le corresponderían si le despidieran. Lo que falta son emprendedores, medios y recursos para que puedan nacer pequeñas o medianas empresas. Y esto no se consigue con la reforma del mercado laboral ni lo explica Don Mercado, más atento a los bancos y al flujo monetario que a lo secundario. Después de que Alemania barriera hacia su casa, Europa sigue hecha unos zorros, con brotes verdes, pero sin abono y riego. La contrarreforma tampoco llegará de quienes votaron no el martes por razones diversas y aun contradictorias. Es muy probable que Rodríguez Zapatero simbolice la ineficacia de una Europa que pretende crecer gracias al consumo de sus ciudadanos recortando los ingresos que habrían de permitir que la savia monetaria circulara de nuevo. Pero la mayor parte de la población otea ya el mercurio de los termómetros y un, tal vez, merecido descanso. Habrá que atrincherarse en el otoño caliente que nos viene y rezar a Don Mercado, ya que los excesos reformistas finalizan a menudo de mala manera. Pero hoy aún no es mañana.