España
No es suficiente
El balance de la reunión entre Zapatero y Rajoy en La Moncloa es pobre, insuficiente y no satisface las expectativas que se habían generado, sobre todo en unos mercados necesitados de confianza. Aunque hayan llegado a dos acuerdos concretos sobre el plan de rescate de Grecia y la reordenación de las entidades de ahorro, lo cierto es que el encuentro ha puesto de relieve las diferencias que separan a ambos dirigentes a la hora de afrontar la crisis económica. En condiciones normales, estas discrepancias serían hasta saludables, pero resultan muy dañinas a la vista de las graves turbulencias financieras, la insoportable tasa de paro y la pérdida de solvencia internacional. Por tanto, cabe preguntarse si para este viaje eran necesarias tales alforjas. Más aún cuando los dos puntos de la reunión no suscitaban a priori división de opiniones. En efecto, el líder del PP ya había dejado bien claro en el pleno del Congreso celebrado el 21 de abril que apoyaba la participación española en los planes comunitarios y del FMI para evitar la quiebra griega, pues de este modo se frenaban los ataques al euro y las maniobras especulativas. Y en cuanto a la reordenación de las cajas, es notorio que el PP apoyó en su día el FROB para facilitar las fusiones y que desde hace año y medio viene abogando por una reforma de la ley para sanear el sistema y capitalizarlo, rebajando los condicionantes políticos y dando entrada a la participación de inversores. Nada nuevo se acordó ayer, en suma, si bien es positivo que se solemnizara el compromiso de acelerar esta importante reforma, sobre todo porque se envía un mensaje a los diferentes gobiernos autonómicos para que no bloqueen un proceso sobre el que Bruselas ha puesto la lupa y sigue con mucha atención. No está de sobra, además, que se subraye la solvencia del sistema financiero y que se despejen las dudas que sobre él arrojó el pinchazo inmobiliario. Pero para ello es sumamente importante no demorar su reestructuración. Reactivar el tejido productivo y recuperar el pulso económico exige entidades financieras sólidas, competitivas y ágiles, con el músculo necesario para atender las necesidades empresariales de crédito y satisfacer las demandas del consumidor. Si el resultado de la reunión ha sido pobre e insuficiente es porque el presidente del Gobierno no ha querido abordar otras dos grandes cuestiones que Rajoy puso sobre la mesa: el déficit público y la reforma laboral. De poco sirve que Zapatero «prometa» una drástica reducción del gasto si acto seguido la pospone «ad calendas graecas» para «no poner en peligro» el crecimiento, lo cual es muy discutible, pues el frenazo lo provocará la subida del IVA que se destinará a enjugar ese gasto. Y lo mismo sucede con la reforma laboral, con la que el dirigente socialista no se atreve por temor a los sindicatos. Escudarse, tras seis años largos de gobierno, en que la legislación laboral es la heredada de Aznar resulta poco alentador. Estos puntos eran el meollo de la reunión de ayer, pero sólo Rajoy demostró talla de gobernante y tener las ideas muy claras sobre lo que España necesita. Su ofrecimiento de que «aquí hay una alternativa cuando los españoles quieran» fue lo más convincente de esta duodécima cita en La Moncloa.
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