Miami

Martínez-Bordiú presenta su orujo entre ausencias por Jesús Mariñas

Isabel Preysler y Chabely, su hija menos mediática
Isabel Preysler y Chabely, su hija menos mediáticalarazon

Parecía un vivido «Mira quién baila» sin la ahora «enseñorada» Pilar Rubio. Fiel a su vive como quieras tan envidiado, Carmen Martínez-Bordiú presentó en Madrid el orujo cántabro que lleva su nombre. Lo venden sin mezcolanza, molturando cremas y envasado en botellas que remarcan los 50 grados de alcohol del producto, del que Potes lanza 350.000 al año. Lleva el nombre de la incansable nietísima fiel al genio y figura, siempre respaldada por la entrega de José Campos. Dinamiza como ella: «¡Y ay de quien no lo haga! Siempre marca el ritmo. Entre nosotros no caben las discusiones porque nos respetamos al máximo. Es la mejor manera de convivir. Si Carmen no está a gusto, es de las que coge la maleta y desaparece. ¡Cómo y cuánto os equivocásteis al pronosticar que no duraríamos más de un año!», comentaba en la fiesta donde Julio Ayesa parecía pasar revista. De presencias y también de ausencias entre las que destacaron Isabel Preysler, que mañana regresa de Miami, donde ha estado confortando a Chábeli, o la de su íntima Cary Lapique, que parece que se ha ido de fin de semana por Extremadura. Allí estaban desde Patty Galatas y Chata López Sáez hasta María Calleja. También les acompañó José Antonio Martínez Esteras, recién llegado de su hotel Incosol, en Marbella. Me cuenta que aquello bulle y se desborda ante lo de Isabel Pantoja. Lo explicó delante de un Jaime Ostos que sigue la moda de los zapatos scalpers, eran de terciopelo negro con un escudo bordado en oro. Mari Ángeles resaltaba bajo un Chanel rosado y, junto a ella, Blanca y Belén, hermanas del santanderino, que ha adelgazado ocho kilos. Cerca de Toñi Salazar, que no concreta fecha de boda: «Todavía no lo puedo decir», prueba evidente de que hay exclusiva vendida. También asistieron Marisa Jara y Eva Zaldívar, que estrenaba novio, Juan Peña. Ella iba aleonada y ante Alberto Vázquez-Figueroa reconocía estar «muy feliz». Paquita Torres vistió una túnica multicolor y Nieves Herrero de un blanco tan albo como el de la princesa de Orleans, que se quejaba de frío, de ahí sus guantes de punto y piel que le llegaban hasta el codo. Martínez-Bordiú se mostraba rebosante junto a Rosa Clará mientras Lomana agitaba, frenética, su falda de estampado de avestruz negro. Manolito Herrero añadía nostalgia de tiempos mejores cuando reinaba en los tablaos. Con Ayesa casi gimió añorando épocas durante las que a Carmen no le fallaba nadie.