Historia

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Los moderados nos necesitan

La Razón
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Advertía ya en el siglo XIX el general prusiano Karl Von Clausewitz que la guerra nunca estalla de improviso ni su preparación tiene lugar en un instante. Lo mismo puede predicarse del terrorismo.
El asesinato del gobernador de Punjab, Salman Taseer, prueba la planificación, la persistencia, la organización y la paciencia del islam militante para cambiar el orden jurídico y administrativo de Pakistán, para terminar levantando finalmente un régimen modelo talibán con la implantación plena y total de la sharia y lo que conlleva.
La doctrina salafista, en efecto, cree en el desgaste de la voluntad del enemigo hasta su quiebra. Y uno de los blancos a batir en la primera línea de fuego es el musulmán renegado, tan peligroso o más que el cristiano o el judío por considerarse un caballo de Troya que no contagia sino debilidad y decadencia a los partidarios de Mahoma.

Hace unos años el diputado danés de origen árabe Naser Khader presentó «Los diez mandamientos de la democracia», un documento en el que se defienden las opciones reales del islam moderado para coexistir con el Estado de Derecho, por ejemplo, renunciando a la violencia para la defensa de cualquier causa. Por ejemplo, abandonando la incitación al odio contra los presuntos apóstatas. Por ejemplo, propugnando el respeto hacia los seguidores de las otras religiones del libro.

Ésa era, con sus matices y sin idealismos póstumos, la línea ideológica de Salman Taseer. Ésa es, con todas las cautelas y distingos, la vía que en el mundo árabe y musulmán debe oxigenar Occidente.

Por eso procede mantener la guerra contra los que, con las manos manchadas de sangre, se empeñan en obstruirla.