India

Comparación imposible

La Razón
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Cuando existe la posibilidad de pedir el Premio Nobel de la Paz para la Fundación Vicente Ferrer y, a la vez, para el ex juez Baltasar Garzón, algo falla en la Academia Noruega. Bien es verdad, como dice mi amigo Rogelio, que este galardón ya lo han regalado en plan tómbola en alguna ocasión, como la última a Obama. Dicho esto, no parece serio que la Fundación Saramago proponga a un magistrado, que por más empeño pongan en su apoyo la viuda del portugués y otras organizaciones, tiene tres causas pendientes por prevaricación y tuvo que refugiarse en el Tribunal de La Haya cuando iba a ser suspendido de sus funciones en España. Por el contrario, la Fundación Vicente Ferrer presenta una obra incomparable con la del jurista. Una obra que inició con seis voluntarios y actualmente cuenta con un equipo de 1.900 personas, la mayoría de la región india de Anantapur, donde el trabajo se vuelca con los denominados «intocables», la casta inferior de este país compuesta por personas sin derechos. De esta labor se benefician más de dos millones y medio de mujeres, discapacitados y hombres «intocables» y «tribales». Vicente Ferrer se comprometió con la India en los años 50 y no temió enfrentarse con los sectores dirigentes que, al contemplarlo como una amenaza para sus intereses, consiguieron expulsarlo del país. A su regreso a la India, en 1969, creó la Fundación que lleva su nombre y en la causa de favorecer a los más necesitados y oprimidos entregó su vida. No sé a quién concederán este año el Nobel de la Paz. Si finalmente tuviera que dilucidarse entre estos dos españoles, Baltasar Garzón debería tener la dignidad de retirar su candidatura. Dicen que las comparaciones son odiosas. Ésta sería algo más y peor que odiosa. Así es la vida.