Vilna
El eco del horror en las cuerdas de un violín
Amnon Weinstein se ha convertido en el mayor buscador de violines vinculados al Holocausto.
MADRID- Amnon Weinstein aún era un niño aquel gélido 27 de enero en que Auschwitz-Birkenau fue liberado, en 1945. Él vivía lejos del horror de la Segunda Guerra Mundial y el exterminio judío, en el agreste desierto que más tarde sería el Estado israelí. Su padre, un emigrante lituano, llegó allí antes de que estallara el horror en Europa. Y acertó: en 1941 los alemanes ya habían llegado a Vilna, su ciudad natal, donde al menos 380 de sus familiares perdieron la vida. De ellos sólo quedan hoy fotografías, en muchos casos sin nombre.
La previsora huida de su padre salvó probablemente la vida a Weinstein, uno de los lutieres más respetados del mundo. Varias décadas más tarde el artesano decidió indagar en ese pasado del que sólo por casualidad no sufrió en su carne. Y así se convirtió en el mayor buscador de violines vinculados al Holocausto.
Desde hace 17 años, Weinstein restaura, mantiene y mima los 250 gramos de madera de sus violines. Cada una de las 27 piezas de artesanía que mantiene en su colección conoce una historia única de supervivencia, en algunos casos frustrada.
Algunos de estos instrumentos pertenecieron a judíos que debieron venderlos tras la guerra, cuando ya no les quedaba nada. Otros fueron rechazados por sus propios dueños –que después de la «Shoah» (catástrofe, en hebreo) quisieron deshacerse de los instrumentos musicales de fabricación alemana–. Y los menos acompañaron a algunos fallecidos en los campos de concentración hasta el final –o hasta que les fueron requisados–.
«Un violín significaba la vida entonces», explica Weinstein, quien asegura que los conocimientos musicales no sólo ayudaron a muchos semitas a esquivar la cámara de gas, sino que también les permitieron evadirse fugazmente de la crueldad nazi. Pero fueron pocos los que pudieron volver a tocar después de aquello.
Particular homenaje
Gracias a estos instrumentos de cuerda, Weinstein ofrece conferencias por todo el mundo, en muchos casos acompañado por el prestigioso violinista ruso Shlomo Mintz, principal apoyo en su proyecto de los «Violines de la esperanza».
«Para mí es muy importante devolverle la vida a estos violines agotados», explica.
Su particular modo de homenajear el recuerdo de las víctimas ha conseguido introducir voces nuevas en la tradicionalmente literaria memoria del Holocausto. Hubo quien narró su historia, pero también hubo quien la hizo sonar.
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